miércoles, 9 de marzo de 2016

Berlín o El festín de hormigón

   
El lento resurgir del Palacio Real de Berlín

   Volver a la vida no tiene que ser algo fácil pero esta ciudad lo demuestra con demasiada soltura. Berlín es obscena y ambiciosa. Su capacidad de renovarse es tan abrumadora que da rabia. Insulta a los anquilosados países del sur con su flexibilidad cultural y tienta a los huraños norteños con su afable y distraída actitud; sobre todo frente a una cerveza.

   Berlín ruge por dentro. Y no nos engaña el contenido talante alemán, ni nos embota el gris que acompaña a nuestros pies por las calles. Esta ciudad tiene algo extraño que te atrae.No es apreciable a simple vista. Está jugando contigo y aún no sabes cuando te toca tirar los dados. Toca; lanzarse al vacío.

HDF de Berlín o Estación Central

   Los berlineses poseen una intrincada red de metro, cercanías y autobuses. Grandes estaciones se reparten por la ciudad, siendo la HDF de Berlín la mayor estación de paso de Europa. Cuando consigues hacerte con las líneas que más te convienen para desplazarte por la ciudad es muy sencillo moverse. Paciencia y deja las grandes estaciones de paso para cuando estéis más familiarizados con la nomenclatura ferroviaria: -U- para el metro y -S- para los cercanías. Recuerda que en esta parte de Europa no hay tornos, supongo que bastantes barreras han soportado ya en el transcurso de su historia, así que puedes acceder libremente a los vagones. Hay máquinas expendedoras en la boca del metro y máquinas para sellar el tique. Si te animas a sentirte rufián y hacer gala de picaresca te deseo mucha suerte. En nuestro caso, siempre con tique sellado, en una semana tan sólo nos pidieron el billete una vez. La proporción no parece muy alta pero... Ahí está. La multa oscila entre los cuarenta y cinco y los setenta euros.

Antiguo vagón de metro en una de las paradas

   El metro berlinés es una joya de azulejos vidriados biselados y columnas de hierro con grandes remaches. No está impoluto y algunos alemanes se saltan la prohibición de comer y beber en los vagones, sobre todo la de beber cerveza. Cuando ves al berlinés de turno derrengado en un asiento botella de cerveza en mano se produce un chasquido en nosotros. El gris del hormigón se resquebraja y deja entrever un interior menos rígido. Pero esa chispa es un breve aleteo de luciérnaga y pronto la voz adusta y la expresión marcada de los alemanes te deposita sobe el asfalto.

Puerta de Brandeburgo

   Mapa en mano, Berlín es una ciudad accesible al que le gusta caminar. Sus principales puntos de interés se encuentran, desde un hipotético centro del mapa, a veinte o treinta minutos a pie. Al norte la zona gumernamental y diplomática, al este Alexander Platz, al sur Checkpoint Charlie y al oeste Potsdamer Platz y el Tiergarten. Pasear por el día es mucho más agradable que por la noche. La iluminación de la ciudad para nuestro gusto es deficiente y los monumentos no están especialmente resaltados, exceptuando la Puerta de Brandeburgo, la Torre de la Televisión y Potsdamer Platz el resto queda velado entre las sombras y las obras.

Construcción de la cúpula de la Iglesia Parroquial a pie de calle

   He aquí otro elemento crucial que define a Berlín, Sus obras. La ciudad se presenta inmersa en una vorágine constructiva que afecta transversalmente a todo el centro. Berlín se está dando a luz a sí misma. Recuperando zonas que quedaron baldías tras la Guerra Fría y reviviendo su pasado destrozado durante la II Guerra Mundial. Por esta ciudad fluyen ríos de hormigón con dos destinos: Desenterrar su pasado imperial alzando palacios e iglesias y demostrar al mundo su proyección hacia el futuro. Sin lugar a dudas, Berlín, tiene a bien servirse del oso como emblema y está a muy pocos años de dar un gran zarpazo. ¿Qué será de este oso cuando cumpla cien años de su última batalla? Anotemos en nuestras agendas el 2045 porque sin duda, Berlín, hará historia. Mientras tanto, disfrutemos de los acertijos que nos tiene reservados en este presente vibrante y lleno de contrastes con los que se nos muestra Berlín.

Detalle de azulejos en el metro de Berlín




1 comentario:

  1. Me encanta la manera sutil y espía de asomarse a una ciudad como quien pasaba por allí, robando su aroma y su esencia. Bravo!

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