domingo, 13 de marzo de 2016

Berlín o La capital del reino

   Berlín espoleada por los agravios sufridos durante el siglo XVII (ver Berlín o La ciudad medieval) se encuentra sumida en la decadencia. Sus gobernadores se enfrentan a una ardua tarea de reconstrucción. Es el momento de hacer grandes elecciones para salvar lo que ha quedado. Buscar una nueva identidad alejada de las guerras que habían asolado Europa y luchar por lo propio hasta restaurar la fortaleza perdida. Con una necesidad acuciante de capital humano se invita a numerosas familias judías de Viena para que se instalen en Berlín. Les seguirán los hugonotes huidos de Francia con la promesa de ventajosas rebajas tributarias.

   Con todos estos aires de renovación y el ímpetu puesto en la salvación de Brandeburgo no tardarían en llegar los sentimientos patrióticos tras los traumas sufridos. La identidad de la región se consolida y la figura del ambicioso gobernador Federico III es clave para poner un nuevo pilar de la sociedad alemana. En 1701 Federico III se autoproclama rey Federico I del reino Prusia-Brandeburgo y establece en Berlín la capital del reino. Y decide que el palacio junto al Spree sea su residencia real.

Obras del Humboldt-Forum sobre el terreno del Palacio Real de Berlín. Humboldt-Box a la derecha.

   Esta es la imagen que hoy podemos tener del Palacio Real de Berlín. Un amasijo de hormigón y grúas nos ha de servir para imaginar la grandiosa obra barroca de Andreas Schlüter. Aunque el palacio sobrevivió con cierta dignidad a la II Guerra Mundial no pudo resistir la presión comunista de la Guerra Fría y en 1950 es arrasado hasta sus cimientos para construir una "Casa del Pueblo" tan mal trazada que tras la reunificación se vendría abajo. Tras muchas discusiones Berlín esta resucitando el palacio a golpe de talón. La factura exterior será una copia barroca de su antecesor mientras que el moderno interior acogerá varios museos y bibliotecas cerrando así el emporio cultural de la Isla de los Museos. Entre tanto, el cubo modernista de la Humboldt-Box se ha convertido en el museo-expositor que contiene toda la información del proyecto con vídeos didácticos que muestran al futuro palacio y sus diferentes usos. 

Detalle del futuro exterior del Humboldt-Forum


   Prusia acentuaba su hegemonía con la misma rapidez con la que Berlín volvía a colocarse entre las ciudades más importantes de Europa. El primer siglo de vida de esta joven monarquía otorgaría a la ciudad grandes monumentos como la Puerta de Brandeburgo o la formidable Gendarmemarkt. 

Catedral francesa y Catedral alemana en Gendarmemarkt

   No es difícil entender por qué consideran a esta plaza la más bonita de la ciudad. La Catedral francesa y la Catedral alemana se presentan enfrentadas. La primera destinada al culto de los hugonotes huidos de Francia con liturgia en francés y la segunda para el culto en alemán. Separadas por el idioma, las dos iglesias crecieron reflejadas la una en la otra al inicio del siglo XVIII y acabaron mimetizándose tras las esbeltas cúpulas de estilo palladiano que diseño Carl von Gontard en 1780. Las dos catedrales, que en realidad fueron iglesias, tienen un interés moderado. La alemana contiene un aburrido museo sobre el Parlamento alemán del que rescatamos las maquetas de los diferentes Parlamentos que hubo en Berlín hasta la definitiva sede del Reichstag. Sorprende la maqueta sobre el Parlamento que Hitler quería sufragar. Las proporciones a escala con la Puerta de Brandeburgo son una locura en sintonía con el enfermo que las parió. La Catedral francesa ofrece algo más de interés. Al menos puedes subir a la torre y disfrutar de unas muy recomendables vistas de la ciudad.

El Reichstag según Hitler

   Gendarmemarkt completa su belleza gracias al edificio cultural Konzerthaus. A principios del siglo XIX, y tras ser devorado por la llamas el antiguo Teatro de Berlín, se edifica esta joya de inspiración griega de proporciones monumentales. De los tres edificios, este último es el más recomendable. Sigue utilizándose con el fin cultural con el que se ideó y tiene una extensa programación de teatro y música internacional. 

Konzerthaus

   El siglo XVIII convierte a Berlín en la capital cultural y económica de Europa. Se habla francés en los círculos más notables, se crean enormes avenidas y se consiguen grandes victorias bélicas frente a Austria. La figura que mejor representa a este periodo es la de Federico II, el Grande (1712-1786). A tenor de la impronta que este monarca deja en Prusia hemos decidido crear una entrada para él sólo. Pronto veréis que la merecía pues, el rey filósofo, como también se le conocía, tiene en su haber muchas anécdotas que estamos deseando compartir con vosotras y vosotros a través de nuestro viaje. Federico el Grande convierte a Berlín en la Atenas del Spree y deja tras su muerte un reino pletórico, lleno de vida, con una arquitectura portentosa y una sed de conocimiento y arte inigualable. Un bocado irresistible para el voraz apetito de Napoleón que cruza la Puerta de Brandeburgo victorioso en 1806.

Retrato  de Federico el Grande en Neues Palais, Potsdam


RECOMENDACIONES

- Frente al Konzerthaus encontrarás un precioso edificio que alberga una tienda de objetos de madera realizados a mano que no debes perderte.



- Otro atractivo de la plaza es el baño público masculino del siglo XIX. Aunque el wc y el lavabo sean de factura moderna el exterior conserva la imagen de estos glamurosos mingitorios decimonónicos. 






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