lunes, 12 de octubre de 2015

Almonaster la Real o La supervivencia del romanticismo

(Vistas de la Mezquita desde el camino de la Tenería)

   Siglo XXI. Crisis económica, guerras, corrupción, paro, independentismo, cambio climático... Cuando todo lo que conocemos parece desmoronarse y la razón deja de construir para nuestro bien y nos obliga a zozobrar a cada paso, es la exaltación de las emociones y los sentimientos las que sumergen la apatía, desafecto y menosprecio calmando nuestro agrio y desconsolado talante. Estamos abocados a la repetición. A volver a reencontrarnos en lugares más placenteros. En el siglo XIX las guerras napoleónicas y la crisis en los sistemas del Antiguo Régimen provocaron en el arte un rechazo absoluto de la razón oscilando hacia la profusión de sentimientos y pasiones que se materializaría en el romanticismo. Hoy, con la ola vintage, la superpoblación hipster, el culto a la cocina, al producto natural, ecológico y tradicional volvemos a poner en valor aquellos referentes pasados que nos salvan de nuestro presente. En esa huida que pueda calmar nuestro desasosiego está el mundo rural. Sus permanentes tradiciones, la sabiduría de su cocina, el diálogo con la naturaleza y el paso calmado de sus calles empedradas nos cobija maternalmente y lame nuestras heridas. Este nuevo neoromanticismo del que todos y todas formamos parte nos vincula con fuerza con aquellos sentimientos que están a flor de piel y que son un estupendo acicate para nuestros desgastados pies. Buscando ese consuelo nos acercamos a Almonaster la Real en la Sierra de Aracena, Huelva. Pero no lo hacemos un día cualquiera. Viene rodado se presenta en plenas Jornadas Islámicas, con amenaza de lluvia y anhelantes por sentir y buscar lo auténtico.

(Plaza del Ayuntamiento)

   Almonaster la Real es uno de los pueblos más pintorescos de la sierra onubense. Destila calma y desparpajo rural. Rodeado por ríos y arroyos, las calles del pueblo crestean la abrupta geografía  hasta llegar a la Mezquita desde donde se disfruta de unas magníficas vistas de la Sierra de Aracena y El Andévalo. Pero Almonaster, este fin de semana, está de fiesta, concretamente, en la XVI Jornadas Islámicas. Celebra su envidiable historia ligada al mundo islámico y ha engalanado sus calles con banderolas, puestos artesanales y gastronómicos que surcan el centro del pueblo reavivando comercios y restaurantes. La villa está tomada por los turistas que frenéticos deambulan buscando recuerdos de su visita o degustando los productos de la zona. Son muchos los que pecan en los tenderetes de pastelería y los más jóvenes se dejan seducir por la bisutería. Pero en estas jornadas también hay tiempo para la reflexión y el estudio de la cultura islámica y para ello este año se celebraba el XI Simposio Internacional; la imagen y la palabra en el Islam.

(Iglesia de San Martín)

   Transitando por el perfecto empedrado de sus calles podrás disfrutar del mimo con el que el pueblo ha vestido su realidad para crear un espacio mágico en el que el visitante pueda soñar. Con la música impregnando cada rincón del zoco y los animadores en forma de bailarines y músicos apostados en cada esquina dejamos atrás el bullicio para ascender hasta la fortaleza dominada por la Mezquita de Almonaster.

(Mezquita de Almonaster la Real)

   La Mezquita se asienta sobre las ruinas de una iglesia visigoda del siglo V.  Aprovechando los restos de la anterior fortaleza romana y la visigoda, a finales del siglos IX o principios del siglo X se alza este monumento de ladrillo durante el califato. La obra revive un mundo rural, alejado de la corte, que utiliza elementos y formas constructivas modestas que la dotan de un magnetismo romántico que encandila al visitante. La belleza de lo pequeño, el orgullo de lo modesto y el cariño de lo cercano que únicamente el mundo rural sabe plasmar en sus rincones. La Mezquita ha sufrido transformaciones, el más evidente se encuentra en la torre campanario pero que aún así se amolda perfectamente a la singularidad del edificio. El pequeño patio de las abluciones es un coqueto rincón robado a la piedra en el que repiquetea el agua. Sabia bienvenida la de esta agua que da paso a las cinco naves que conforman la ecléctica sala de oraciones en donde los capitales y columnas reaprovechadas se convierten en un museo vivo y personal de otras épocas. Un edificio contenedor de historias y recuerdos desde el que admirar el horizonte a través de un espléndido balcón abierto en época cristiana hacia los bellos montes onubenses y desde el que intentar alcanzar los secretos que quedaron en el pasado.

(Camellos como una de las atracciones de las XVI Jornadas Islámicas)

(Sala de las oraciones)

(Fuente de abluciones)

   Almonaster la Real es un ejemplo claro de lo que fuimos, un cuadro de Eugène Delacroix viviente por el que pasear. Es por ello que te recomiendo que olvides todo lo que te entumece y enreda y vueles hacia esta villa pintada para el recuerdo, la ensoñación y el placer. Almonaster la Real te espera encarnada en Mezquita, verde y ocre en riberas y montañas, albar en sus calles e irisada en emociones. 

(Vistas de Almonaster la Real desde la Mezquita)

RECOMENDACIONES:
- Durante las Jornadas se habilitan numerosos aparcamientos en las afueras del pueblo por dos euros.
- Almorzamos en el Mesón Miguel Tenorio. La comida es normal, el trato agradable y el lugar tiene historia. Aquí vivió Miguel Tenorio uno de los queridos de Isabel II.

(Patio del Mesón Tenorio)

- En general, durante las jornadas ten paciencia si quieres almorzar en mesa, intenta reservar con tiempo, aunque, no en todos los lugares podrás. El Mesón Isabel II tenía buena pinta.
- No olvides probar el tomate rosado de la zona. Nosotros nos hicimos con un tarro de mermelada de este tomate.



miércoles, 2 de septiembre de 2015

Candelario o Arquitectura para matar

(Voladizos de Candelario)

   Situado en la Sierra de Béjar, al sur de Salamanca, Candelario es un ejemplo de pueblo de montaña que no te costará adorar. Es un pueblo moldeado a su principal fuente de ingresos; la matanza de animales de consumo. La arquitectura popular tan imaginativa y auténtica tiene en Candelario un buen ejemplo.  La honestidad de la formas y la resolución intuitiva de los elementos nos evocan usos y costumbres tan románticos que nos obligan a elogiar cada detalle, cada chispa de ocurrencia arquitectónica que hace a Candelario irresistible. Una villa con personalidad volcada al turismo, como muestran los paneles informativos que salpican sus calles y que tratan de instruirnos en los antiguos quehaceres de los lugareños.

(Ermita del Santísimo Cristo del Refugio)

   En la parte baja de la ciudad se arremolinan restaurantes que conviven con los coches que se apilan en calles y parkings improvisados. La coqueta y cautivadora ermita del Santísimo Cristo del Refugio sirve de presentación al municipio. Desde este punto podemos ascender por las calles empedradas de la villa y sorprendernos del cuidado con el que los vecinos miman sus casas y rincones. 

(Casas chacineras)

(Batipuerta)

   La vivienda típica de Candelario se denomina casa chacinera y guarda la esencia del pasado con numerosos elementos funcionales que nos ayudan a viajar en el tiempo. Cada puerta está salvaguardada a su vez por una batipuerta que impedía el acceso de la res al domicilio y proporcionaba protección al hombre mientras mataba al animal que estaba atado a una gran argolla clavada a la pared. La primera estancia es un gran zaguán donde se desmembraría el animal. La sangre sobrante y los desperdicios se lanzaban a los regueros que recorren todas las calles y que a su vez se aunaban a una acequia mayor situada en la parte más alta del pueblo y con la que se controlaría el caudal. A continuación se haya el picadero. En este espacio se trataría la carne y se elaboraría el embutido. En la primera planta se alza la vivienda familiar propiamente dicha y la segunda estaría destinada al secado y conservación de los productos. La mayoría de las casas, además, destacan por sus voladizos, algunos de ellos historiados, y por el hastial: Revestimiento de tejas en las paredes para amortiguar los efectos de la lluvia.

(Hastial)

   Actualmente, muchas de las canalizaciones, están parcialmente tapiadas para favorecer el paso de vehículos y peatones. No obstante, hay muchos rincones en los que éstas permanecen al descubierto indicándonos la dirección de las regueras como en la calle de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción. 

(Calle de la Iglesia con reguero en primer plano)

   Los vecinos de Candelario están muy orgullosos de su tradicional arquitectura y las nuevas edificaciones se revisten con elementos costumbristas como es la batipuerta o el hastial ofreciendo una imagen cuidada y cohesionada del municipio. En nuestro deambular encontramos bastantes casas deshabitadas, algunas de considerable enjundia. El eterno problema de nuestro rico patrimonio caído en desgracia por las crisis y las peculiares mamarrachadas atribuidas a la gestión política de nuestros representantes. Sirva esta entrada para reflexionar sobre la destrucción inconsciente de nuestro patrimonio que poco a poco se ve cercenado por la desidia y desinterés de los que están arriba y por el conformismo y la mentalidad pazguata de los que andamos por debajo.

domingo, 30 de agosto de 2015

Oro blanco o Las salinas de Añana, en busca del Valle Salado

(Fotografía tomada desde la parte baja del valle)

   A treinta minutos de Vitoria-Gasteiz se encuentra un paraje del que brotan manantiales cargados de sal. Un pequeño valle del que el hombre se apoderó hace más de 6.000 años y que sigue dejando atónitos a todos los que lo visitan. Nos trasladamos a una de las fábricas más antiguas del mundo. Una fábrica de sal que aún sigue en uso y que respira vida. Bienvenidos al Valle Salado de Añana.

   No es fácil encontrar aparcamiento en Añana para visitar las salinas. Las visitas guiadas al monumento histórico se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Álava y en las oficinas de turismo del País Vasco forma parte de su top 10 de experiencias que no debes perderte. Desde la carretera, tras aparcar el coche en el arcén, se divisan las terrazas de sal que escalonan el valle. Es un inmenso patchwork de sal. Nunca habíamos vistos algo similar.

(Fotografía tomada antes de llegar al manantial principal)

   Pasamos primero por la oficina de acceso que, además, es tienda. Allí verificamos que nuestras reserva telefónica se tomó correctamente y tras echar un vistazo a los distintos tipos de sal que comercializan nos llaman para comenzar el paseo. La ruta durará aproximadamente dos horas, pues hemos elegido la visita más completa. Nos llevará desde la parte baja del valle hasta el nacimiento de los manantiales y, desde allí, rodearemos todo el valle hasta volver al punto de partida. Es un escenario de ensueño. Terrazas salinas de diversas formas se superponen ascendiendo por la ladera. Estructuras inverosímiles  de madera forman muelles medievales encastrados entre la tierra y la roca. Escaleras, pasarelas y rampas se distribuyen por todo el valle para conectar las diferentes eras de sal. Un entramado de canalizaciones a diferentes alturas recorre todo el valle llevando el agua a distintos pozos diseminados por toda la salina. En su avance, la sal, va creando caprichosas formas. Se adhiere a las juntas y se acumula, capa sobre capa, originando pieles de sal o estalactitas que transforma el entorno en un lugar de ciencia ficción. 

(Estructuras sobre las que se construyen las eras)

   El valle de Añana fue un punto estratégico para el Estado. La sal tan accesible que hoy conocemos  llegó a ser moneda de cambio. Si viajamos muy atrás, la sal, sería la cámara frigorífica de la edad media. La monarquía se interesó por esta afloración salina y expandió las eras hasta cotas muy elevadas. Habría sido un suplicio subir el agua hasta las terrazas. Ya en el siglo XX la salina que había preservado toda su actividad encontraría en las minas de sal y en las salinas costeras su antítesis. A diferencia del elevado coste de la producción artesanal de las salinas de Añana se oponía el abaratamiento de los costes de la era industrial que haría de las salinas un ejercicio inviable. Las terrazas se fueron viniendo abajo, degradándose con el paso del tiempo. Y el recuerdo de aquella esplendorosa industria pasó de padres a hijos en herencias imposibles de acotar hasta nuestros días. En el 2000 se crea la Fundación Valle Salado que recoge el testigo diseminado de todas aquellas herencias para poner en valor el trabajo salinero milenario de entonces. Una labor mastodóntica que rescata de la extinción un trabajo de valor incalculable. El monumento histórico del Valle Salado es un ejemplo etnográfico, histórico y medioambiental que a punto estuvo de ser declarado Patrimonio de la Humanidad hace unos años. Pero también es un ejemplo de constancia, de las más de 5000 eras que poseía el valle, tan sólo se encuentran en uso 150. El resto es un mapa hilvanado por los años. Cada era desplomada nos cuenta una pequeña historia. Una guerra entre el hombre y la corrosiva sal. ¿Cómo conseguían la sal los romanos? ¿Que materiales se utilizaban para allanar las terrazas? ¿Cómo evitar las filtraciones? ¿Cómo enfrentarse a la lluvia? ¿Qué nuevos materiales vendrían a sumarse a la fábrica de sal? ¿Cómo evitar los efectos corrosivos de la sal? Todas estas preguntas están más vivas que nunca en Añana. Un valle repleto de posibilidades, que atesora un pasado inabarcable y que hoy aflora a nuestra realidad acelerada hablándonos con voz sabia e ilusionada. 

(Eras restauradas a pleno rendimiento)


   RECOMENDACIONES:

- Reserva tu visita por teléfono. Web del Valle Salado: http://vallesalado.com/VALLE-SALADO-HOME

sábado, 29 de agosto de 2015

El Señorío de Astobiza o Un txakolí que enamora

 
(Bodega Señorío de Astobiza)

   Una buena mesa vasca se acompaña de caldos autóctonos como el txakolí. Para nada queríamos dejar Euskadi sin saber un poco más de un caldo que desde el primer día nos fue acompañando en todos nuestros momentos gastronómicos. El txakolí que ahora se urde bajo una madeja comercial tuvo su comienzo ligado a la elaboración casera. Dentro de cada pequeño hogar. Para consumo propio. Obviamente, ni el sabor, ni el cuerpo de antaño es el de ahora. Este vino joven está sacado de la uva verde que le ofrece esa acidez que lo caracteriza. Un fondo muy afrutado que nos recuerda su procedencia. Se sirve bien frío y, según su origen, suelen escanciarse o no. Hay tres D.O.: Getaria, la primera, y las de Vizcaya y Álava. En uno de los restaurantes, recomendado en otra publicación, Sagartoki, probamos un txakolí que nos llamó gratamente la atención por su equilibrio. Quisimos saber más de el y tras conocer su procedencia no tardamos en citarnos con el Señorío de Astobiza

   Nos trasladamos hasta Okondo (Álava) en un fantástico día de verano. Ya casi a las puertas de Vizcaya, entrando en el pueblo, giramos por la pequeña carretera que nos lleva hasta la elegante bodega. El edificio tiene un indiscutible aire moderno pero las líneas de su tejado y la roca nos hablan de tradición. Ion, nuestro guía, nos espera para enseñarnos los entresijos de esta variedad de blanco. Disfrutamos de un soleado día entre frondosas parras arreboladas de verde y pudimos entender los vericuetos que conllevan su cuidado. La forma en "t" de la cepa, la peculiaridad del racimo, la temperatura y el momento de su recolección fueron algunas de las incógnitas que pudimos desvelar.

   Ya en la bodega, Ion , nos ofreció la posibilidad de entender, paso a paso, los procesos por los que pasa la uva hasta llegar a la botella. Terminamos la visita con una cata de este txakolí limpio y chispeante desde un inmenso ventanal desde el que se atisba toda la plantación de vides organizadas como una planta fotovoltaica. El gran salón elevado en el que nos encontrábamos, diáfano, entre la zona de embotellado y con vistas a la montaña, resumía a la perfección el sentir de esta joven empresa que desde 2008 lleva aportando su buen hacer a un vino que es emblema de un pueblo. Os animo a incluir esta visita en vuestro viaje.

(Un paseo por las cepas de Astobiza)

RECOMENDACIONES:

- En su web encontrarás toda la información para concertar una visita a la Bodega: http://www.senoriodeastobiza.com/
- Si viajas a Bilbao está a tan sólo quince minutos en coche. 


Gastronomía euskera o El festín de los privilegiados

 
(Anchoas del Cantábrico al ajillo en Ganbara)

   Arzak, Berasategui, Subijana, Aduriz o Atxa son las estrellas que más brillan en el cielo gastronómico de Euskadi. Estos superdotados de la cocina representan a la perfección el nivel de la mesa vasca. Desgraciadamente, las estrellas no están al alcance de todos y la mayoría debemos mirar más en horizontal y menos en vertical. Pero ojo, no nos confundamos, y tengamos siempre a nuestro alcance una mirada oblicua,  que aúne horizonte y vertiente para saber cuál es el recorrido de las cosas y disfrutar del camino, que algún día, nos llevará a entender el brillo de las estrellas. Sea con esta mirada profunda que todo lo puede con la que afrontemos este capítulo tan sabroso de nuestra visita al País Vasco. Es el momento de caer rendidos ante los ricos platos de esta tierra y disfrutar de sus "estilos" de mesa.

(Pintxo de gulas y setas en Victor Montes, Bilbao)

    A pesar de que esta tierra se queja de su abundante mal tiempo y pluviometría, consideramos que posee unos usos y costumbres gastronómicas a cielo abierto. Los característicos pintxos están envueltos de bullicio, entradas y salidas, paseos golosos de barra en barra y brindis resplandecientes. Un pintxo viene siendo una pequeña rebanada de pan sobre la que se coloca una porción de comida. Pero de aquí en adelante... Todo lo que tu quieras y más. No nos olvidemos de donde estamos. Los pintxos se presentan de mil maneras y según sea la barra a la que te acerques disfrutarás de una excelente tortilla o un sorprendente helado de txangurro. Todo lo que puedas imaginar se viste de pintxo y si además lo animas con los días dedicados al pintxo-pote la diversión está asegurada. Los establecimientos eligen un día o días a la semana en los cuales puedes disfrutar de un combinado, pintxo y bebida, por un precio más que razonable. Una forma de incentivar el negocio en días menos frecuentados que es un auténtico festín para el estómago y la cartera. Por otro lado, si hay que sentarse a la mesa vasca, reniega del cinturón y prepárate para hartarte de carnes y pescados espectaculares. Ojo, como en todos los sitios, ni el producto, ni el mimo en la cocina es el mismo y normalmente para disfrutar de una carne jugosa que se corte como mantequilla tendrás que pagar por ella. - No olvides la mirada oblicua.


(Alubias de Tolosa)

   Euskadi disfruta exhibiendo su mercancía en mercados tradicionales o al aire libre durante unas fiestas patronales. Es nuestra perdición. Reconocemos que la palabra: mercado, nos congratula. Durante nuestro viaje hemos tenido la oportunidad de visitar el mercado semanal de Tolosa. Parada obligatoria para conocer sus famosas alubias. Nos hemos traído un puñado en la maleta. El día que las cocinemos os enseñaremos el resultado y compartiremos la receta. Aquella visita nos acercó a los productos de la zona, conocimos la guindilla vasca. Un pimiento verde pequeño traído desde América y que ha encontrado en estas tierras un lugar perfecto para crecer. Salteados con un poquito de ajo y sal son una delicia. Un vicio. Caen uno tras otro como pipas. Especialmente grata fue la oportunidad de encontrar algunos hongos a bastante buen precio. Sí, setas en agosto. Así es Euskadi. Hicimos una empanada exquisita con unos carnosos boletus, panceta y, otro clásico de la cocina vasca, queso Idiazábal. El queso Idiazábal es el peso pesado de las tierras vascas, y aunque hay más, la D.O. queso Idiazábal (1987) deja poco sitio al resto. Es un queso graso con una maduración mínima de sesenta días, muy cómodo al paladar, y que encontrarás en todos los rincones de la geografía vasca.

(Guindilla)


(Quesos y Txakoli)

   
(Mercado de Amurrio)

   En el mercado de productos tradicionales de las fiestas patronales de Amurrio disfrutamos de una nueva parada con lo más rico de esta tierra. Puestos de chacinas, licores, vinos, panes caseros, patés y pastelería. Degustamos mucho y bueno. Hicimos nuestro propio pintxo-pote mientras serpenteábamos por los puestos congregados en la plaza del Consistorio. En el País Vasco les gusta la rivalidad. Un buen ejemplo de ello son los juegos tradicionales que suelen reunir a un gran número de aficionados bajo la denominación de deporte rural vasco. Cortar troncos, lanzamiento de fajos de heno, siega con guadaña,... Este pique tan sano se traslada a la cocina. Hay concursos en los que, por ejemplo, se busca el mejor pastel vasco. Los ganadores muestran con orgullo el año y la posición en la que quedó su obra pastelera. Este dulce, procedente de la zona vasco-francesa de Lapurdi, está formado por una masa de harina, mantequilla y huevo que se rellena de crema pastelera. Sencillo, rico y jugoso, lo interesante, es que tenga un buen relleno, tanto en cantidad como calidad. Y aquí, en el mercado de Amurrio vimos más de uno que cumplía esas características. Otra golosa tentación es el goxua. Un postre que se presenta como unas natillas y que contiene de abajo a arriba; nata, bizcocho, crema pastelera y caramelo. Como siempre, el secreto está en una buena crema pastelera:
- ¡Cómo si fuera tan fácil!

(Pastel vasco)



RECOMENDACIONES:

- ¡Come como si fuera la última vez!
   




jueves, 27 de agosto de 2015

Vitoria-Gasteiz o Una ciudad dialogada

 
(Plaza de la Virgen Blanca, al fondo, Iglesia de San Miguel)

   Con una posición privilegiada, llave de la Meseta Central, Vitoria, siempre ha sido una puerta de entrada. Cruce de caminos. Floreciente ciudad cultural. Envidiable pasado histórico. Capital verde. Capital gastronómica. Vitoria: blanca, reluciente, limpia, afanosa, practicable, abierta, sabia, ecológica... Te espera sosegada como una dama dieciochesca perfectamente acicalada, con mirada profunda y mente preclara.

(Pasaje San Migeleko, casco viejo)

   Vitoria-Gasteiz no puede evitar presumir de pasado. De las tres capitales de provincia, es ésta, la que atesora un mayor recuerdo de lo que fue.  La ciudad vieja, en forma de almendra adherida a una sobreelevación del terreno, está trazada por calles llanas que la recorren de norte a sur y a su vez por calles en pendientes perpendiculares (cantones). En lo más alto del casco histórico se halla la Catedral de Santa María del siglo XIV que vigila su ciudad entre andamios. Este edificio, entró finalmente en la UCI a finales del siglo XX. Tras ser objeto de muchas reformas, supresiones y adhesiones, desde su construcción, Santa María ha mostrado signos que la precipitaban hacia un drástico final. En 1999 se crea la Fundación Catedral Santa María con una clara intención de salvar al templo de su ruina. Más allá de caer en el ostracismo, la Catedral se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y el principal atractivo monumental. Ken Follet pondría su mirada en ella para la saga literaria de los Pilares de la Tierra elevando su popularidad. Ahora, el templo es un hervidero de turistas, obreros, y arqueólogos que deambulan por sus entresijos; admirándola, cuidándola y estudiándola. El resto del núcleo histórico se regocija entre majestuosos palacios del siglo XV y XVI y recoletas plazuelas ganadas para el pueblo.

(Graffiti, acceso al entorno de la Catedral y la casa más antigua del casco viejo)

(El Portalón, edificio del siglo XV, casco viejo)

   La ciudad seguiría creciendo con diferentes ensanches en siglos posteriores. Y a medida que Vitoria-Gasteiz amplía sus horizontes, derriba sus murallas y traza nuevas avenidas va sumando personalidad. Frutos de todos estos cambios son la Plaza de la Virgen Blanda (siglo XVIII), Plaza de España (siglo XVIII), la catedral neogótica de María Inmaculada, el Parque de la Florida (siglo XIX) o la Plaza de los Fueros (siglo XX). Siglo tras siglo la villa se ennoblece con bellas infraestructuras y a medida que suma elementos crea nuevos diálogos. Porque si algo caracteriza a este enclave del País Vasco es su capacidad maleable. La ciudad es resultado de un enfrentamiento ante los conflictos a través del debate, desde los más fútiles a los más profundos. Y el ejemplo está en sus calles. En los cantones del casco viejo se adhieren rampas mecánicas, un ascensor ayuda a salvar el desnivel de la calle frente a la Catedral, los graffitis se exponen orgullosos en pleno centro, se peatonalizan calles, el tranvía surca las avenidas comerciales, se proyecta una plaza, la de Los Fueros, en honor a las leyes y costumbres ancestrales, se anima el uso de la bicicleta por medio de carriles bici, se genera un gran anillo verde de parques que rodean a la ciudad de flora y fauna otorgándole el distintivo en 2012 de European Green Capital, se alza con el prestigio de ser Capital gastronómica española en 2014, se erigen monumentos a las víctimas y se comienza a construir el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.

(Plaza de Los Fueros)

      La ciudad, como vieja dama que es, sabe dirimir entre sus conciudadanos y es consciente del legado que atesora, y lo mismo ofrece una cautivadora caminata por el Paseo de la Senda hasta la joya románica de la Basílica de Armentia, que embriaga con multitudinarias fiestas, como las de La Virgen Blanca. Durante ellas, toda su congregación, se reúne en una semana cargada de significados. Cada alboroto; desde las charangas de las cuadrillas de mozas y mozalbetes, a las pruebas de madurez que han de superar los más pequeños cuando se enfrentan a las fauces de Gargantúa, nos hablan de este pueblo trajinoso y costumbrista que no deja lugar a la ambivalencia. 

(Basílica de Armentia)



(Calle Portal del Rey durante las Fiestas de La Virgen Blanca, al fondo, Torre de San Vicente)

(Gargantúa)

   Termina aquí nuestra visita al País Vasco, pero aún nos quedan muchas cosas de las que hablar sobre esta tierra. De algunas de ellas os hablaremos en breve. Y otras, se nos quedan en el teclado: - "Teclado" por "tintero", debemos ir actualizando conceptos). Pero seguro que habrá más oportunidades de gozar de estas tierras cargadas de ritos, leyendas y buen yantar. Os dejo con un nutrido número de recomendaciones. Gracias por seguir rodando con nosotros.


RECOMENDACIONES:

- La Catedral ofrece diferentes visitas, elige la tuya y disfruta de una experiencia inigualable te recomiendo que visites su página web.
- El paseo que va desde el Paseo de la Florida hasta Armentia es indiscutible. Por el camino verás estupendas residencias, Ajuria Enea, residencia oficial del lendakari, el Museo de Bellas Artes, el Museo de Armería y finalmente la Basílica de Armentia.
- De entre todos los parques que rodean la ciudad, el de Salburua, es uno de los más recomendables. Podrás visitarlo con las bicis que de forma gratuita favorece el centro de visitantes. Este humedal está repleto de aves y un nutrido grupo de ciervos.
- Un lugar para comer: Sagartoki. Y cómete una de las mejores tortillas el mundo. ¡Asegurado!


miércoles, 26 de agosto de 2015

La costa oeste guipuzcoana o Aquí si hay playa

 
(Playa de Zarautz)

   Más allá de Donostia, Guipúzcoa, ofrece un bonito plantel de localizaciones que al igual que la capital de provincia te seducirán con mar, ocio y gastronomía a pequeña escala. No obstante, el verano es temporada alta y estos lugares están desbordadas por el turismo que los dotan de un carácter vibrante y cosmopolita al tiempo que intensifican sus ofertas de ocio con animadas fiestas patronales. Si San Sebastián es La Perla, la costa guipuzcoana, se convierte en una fabulosa cadeneta labrada en roca, restos de sal y mucha diversión.

   Salimos de Donostia sentido Bilbao por la N-634. Nos encantan las carreteras con personalidad y ésta, la tiene. Impregnada en verde y obligados a un ritmo más acorde con la exultante vegetación vasca llegamos hasta Orio. Este pequeño pueblo pesquero acoplado a la desembocadura del río Oria no ofrece un fuerte estímulo para ser visitado más allá de un par de iglesias, aunque puede ser un buen lugar como campamento base. Si ha de destacar por algo es por contar con los remeros de traineras que suelen estar a la cabeza de las competiciones cántabras y entrenan aquí. A nivel gastronómico, Orio es el lugar en el que nace la tradición de comer el besugo a la parrilla. Y como no quiero dejaros con las ganas de saber más sobre el besugo, que conozco a algunas seguidoras y seguidores de buen paladar, os dejo un vídeo muy instructivo para que podáis cocinar vuestro propio besugo en casa.



   Dejando atrás Orio, llegamos a Zarautz que presume de tener la playa más grande de Euskadi. Dos kilómetros de playa impoluta, con buenos servicios y que además, es museo al aire libre ya que el malecón está salpicado de esculturas. La ciudad le ha tomado afición a eso de la escultura y toda su urbe está adornada con extravagantes obras fruto de la compra y concursos internacionales que se celebran en la misma localidad. La postal más pintoresca de la villa marinera son las cómodas casetas de playa que puedes alquilar para disfrutar de un día espectacular bajo el sol. El pueblo, en constante expansión, tomado en su totalidad por visitantes y surferos se adentra hacia tierra; primero, histórico y recoleto, y después, frívolo y urbanístico. En su casco viejo encontrarás casonas palaciegas robustas talladas en piedra que conservan su porte de fortaleza como Torre Luzea o el Palacio de Narros. Destaca el Conjunto Arqueológico Monumental de Santa María la Real con torre-palacio incluida.

("Torsión compensada" de Dora Salazar - 1er Premio Concurso de Escultura Paseo Marítimo 1996-)

(Torre Luzea)

   Pero decidimos dejar Zarautz porque han llegado a nuestros oídos que en Getaria están en fiestas y nosotros no queremos perdérnoslas. Viajamos a la casa del txakolí, pues de aquí procede la primera denominación de orígen, de Balenciaga y de Juan Sebastián Elcano, hijos amados y venerados por la ciudad. No podríamos haber elegido un mejor momento para visitar Getaria. El pueblo amoldado a la roca de la costa guipuzcoana con sus espectaculares palacios nos descubre su cara poderosa y bella, orgullosa de su pasado y bonanza económica. Durante las Fiestas de San Salvador nos encontramos atónitos ante una villa pesquera sinuosa, repleta de paisanos que cantan al ritmo de las charangas, con los restaurantes atestados y las parrillas bien templadas para cocinar el ansiado besugo de la zona.

(Estatua San Sebastián Elcano)

(Iglesia de San Salvador y muralla)

   Un rápido paseo nos lleva a las zonas más deseadas. El Museo Balenciaga en la parte más alta, la estatua de Elcano en clara alusión al Hércules de Miguel Ángel, la Iglesia Fortaleza de San Salvador que se acopla a los restos de muralla de la villa y que permanece bajo la atenta mirada de la arqueología que está desenterrando su pasado. Las calles que conectan el puerto con la zona alta de la ciudad son un desfile de escudos heráldicos que nos convencen aún más de la poderosa ciudad que visitamos. Pero ahora es el momento de sumarnos a la fiesta, de dejarnos seducir por las barras abarrotadas de pintxos, sin olvidar guardar el palillo de cada uno de ellos para luego pasar por caja, y de refrescar el gaznate con el chispeante txakolí que todo lo puede. ¡Por San Salvador!

(Calle de Getaria)


   La costa guipuzcoana no termina aquí como habrás imaginado pero para nosotros, esta etapa sí lo ha hecho. Guardamos las ganas de ver el perfil de las playas de Zumaia que junto con Getaria y Zarautz es otro de los destinos más turísticos de esta costa. ¿Sabías que en estos pueblos se encuentran parte de las localizaciones de la aclamada "8 apellidos vascos"? Otra excusa más para visitarlos. Y no nos olvidamos de la parte este, al final de esa cadeneta de la que hablábamos al principio como metáfora se haya Hondaribia/Fuenterrabía que habría sido el engarce perfecto para terminar esta parte del viaje. Nos quedamos con la ganas. Así nos veremos obligados a volver a este lugar tan privilegiado. Ojalá todas las obligaciones trajesen tanto y tan bueno.


RECOMENDACIONES:

- Si tu bolsillo lo permite date el gusto de comer besugo a la plancha.
- Recuerda que las palabras en el texto con diferente color son enlaces para viajar a las páginas oficiales de los lugares que te presentamos.







martes, 25 de agosto de 2015

San Sebastián o Ciudad de vacaciones ¿Dígame?


(Playa de La Concha)

    A menos de veinte minutos de Francia, la Perla del Cantábrico, como suele llamarse a Donostia ha sido un manjar muy apetecible por nuestros vecinos ilustrados. Su posición marítima y fronteriza hizo de ella un baluarte defensivo que alternó momentos de bonanza comercial con grandes cataclismos económicos relacionados con las diferentes guerras con Francia y muy a su pesar por el floreciente comercio del que disfrutaba Sevilla con su relación con las Indias. Visto así, la plaza fortificada que fue en su día el Monte Urgull se nos antoja inimaginable con la actual Donostia/San Sebastián. ¿Qué paso?

   
(Puerto de San Sebastián)

   Viajamos hasta principios del siglo XIX. Donostia sería la primera en recibir la visita de José Bonaparte el 9 de junio de 1808. Cuentan que a su paso las puertas y ventanas permanecían cerradas. Unos años más adelante, en plena campaña de la Independencia, el ejército de liberación anglo-portugués comandado por el Duque de Wellington consigue sitiar la ciudad en junio de 1813 . Más de dos meses necesitaría el ejército aliado para abrir brecha en la plaza y encaminarse a un opíparo festín de saqueo que redujo a gran parte de la ciudad a cenizas. Los vecinos más insignes se encargarían de recomponer la ciudad y tras ser dispuesta como capital de provincia no sería hasta 1863, con el reparto de los trozos de una piedra hecha añicos, que comenzaría a crecer la Donostia que hoy conocemos. 

( Hotel María Cristina y Teatro Victoria Eugenia)


(Catedral del Buen Pastor)

   Esa primera piedra destrozada, y repartida entre los asistentes de primera fila, no es más que un trozo de la muralla que hasta ese momento recordaba a la ciudad su pasado de litigios e impedía su expansión. Desde la Alameda del Boulevard , lugar donde se inscribía la muralla, se trazaron perfectas cuadrículas que organizarían la nueva San Sebastián. Una ciudad echa a la manera de París con una intención muy clara; convertirse en una ciudad turística. ¿Y quiénes viajaban por entonces? Pues como hoy, los que tenían dinero, aunque antes se necesitaba mucho más. La próspera ciudad que comenzaba a surgir de sus cenizas se preparaba para encandilar a los bolsillos más suculentos. El espaldarazo que supuso que María Cristina de Habsburgo-Lorena, ya viuda de Alfonso XII, eligiese Donostia como ciudad de veraneo la confirmarían a nivel internacional como un destino "de primera" para la Europa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. De esta época son: el Ayuntamiento, en su día, flamante casino, el Teatro Victoria Eugenia, el Hotel María Cristina el Palacio Miramar y la Catedral del Buen Pastor. Todos ellos enmarcados en paseos de estilo romántico y jardines afrancesados. Lugares que visitarían al inicio de la Primera Guerra Mudial protagonistas de la historia como Mata Hari y León Trotsky entre muchos otros magnates y políticos del entonces. San Sebastián vivía entonces su época dorada convirtiéndose en la ciudad con más glamour del viejo continente.

(Ayuntamiento de Donostia/San Sebastián)

   Durante el franquismo la ciudad seguiría creciendo y posteriormente con menor velocidad. Pero Donostia no ha perdido velocidad en su objetivo de ciudad elegante vinculada al ocio. Prueba de ello es el Festival Internacional de Cine de San Sebastián  y cuyo referente arquitectónico es el Kursaal de Rafael Moneo.

(Palacio de Congresos Kursaal)

   Donostia hoy sigue siendo la ciudad moderna y elegante que se propuso ser. Sus calles son grades paseos y jardines encauzados que te llevan a recorrer muy cómodamente la urbe. Los cuarenta y cinco minutos de paseo por la Playa de La Concha desde el Ayuntamiento al Peine del Viento es una suerte refrescante que te aproxima al San Sebastián deportista  y de ocio. Durante este recorrido podrás ver las instalaciones del Balneario de La Perla, otro edificio que pervive del momento expansivo que vivió la ciudad a principios de siglo. Pasando el Palacio Miramar desde su privilegiada loma ajardina y siguiendo la circunferencia que nos marca la playa llegaremos hasta el Peine del Viento de  Chillida. La escultura de hierro incrustada en la roca se ha mostrado esquiva esta vez pues el paseo en el que se encuentra está en restauración. Desde aquí apreciamos una perspectiva diferente de la Isla de Santa Clara en mitad de la Bahía de la Concha y del Monte Urguill, lugar donde se sitúan los restos del Castillo de la Mota. Tomando el funicular, también de época, podemos subir al Parque de Atracciones del Monte Igeldo inaugurado en 1911. Y es que a la yet set también le pirran los "cacharritos". 

(Playa de La Concha, en primer plano el Balneario de La Perla)

   Para volver a la ciudad te recomiendo el autobús, y una vez de vuelta a la Alameda del Boulevard sumérgete en el frenesí de la Parte Vieja, porque este es otro parque que no te debes perder, el gastronómico. De todos es sabido que el País Vasco va unido a esa maravillosa costumbre culinaria de los pintxos, pues aquí, en Donostia, se convierte en arte y podrás disfrutar de calles y calles atestadas de gente en busca de un lugar para comer. Te recomiendo que no te conformes con un sitio y vayas picoteando de aquí para allá en un fantástico frenesí de glotonería que ya quisiera Enrique VIII. 

(Casco Viejo)

   Si os quedan fuerzas, y para bajar lo engullido, podéis visitar la Iglesia de San Vicente, la Plaza de la Constitución o la Iglesia de Santa María. Si eres de digestiones rápidas, veinte minutos de cómodo ascenso te llevan a la cima del Monte Urgull desde donde podrás disfrutar de una panorámica espléndida de la ciudad.

(Vía del ensanche o Centro)

   Va llegando el fin de nuestra visita y debemos tomar el tren. Las cómodas cuadrículas del ensanche "parisino" que se prepara para su semana de fiestas nos guían fácilmente hasta la estación ofreciéndonos una ultima mirada dorada de la ciudad... Peinada por los vientos... Soñada por los artistas... Vivida por la aristocracia... Amada por los turistas.


RECOMENDACIONES:

- Si quieres visitar San Sebastián te recomiendo la estancia en uno de los pueblos que la rodean, será mucho más económico y se accede fácilmente por tren. Es muy difícil encontrar aparcamiento y te aseguro que los dos euros y medio que vale el billete de cercanías es mucho menos de lo que te gastarías en un parking. Nosotros estuvimos en Orio, un excelente lugar para visitar el resto de la costa guipuzcoana a veinte minutos en tren de Donostia.
- Sitios para tapas: Gambara, Bar Martínez o A fuego negro.
- Hay visitas guiadas desde la Oficina de Turismo. Nosotros hicimos la de la tarde, perdimos dos horas alrededor de una chica aburridísima que explicó poco y anduvo mucho. No merece la pena.
- Preguntad en la Oficina de Turismo si el Peine del Viento esta accesible, durante nuestra visita permanecía cerrado.