domingo, 30 de agosto de 2015

Oro blanco o Las salinas de Añana, en busca del Valle Salado

(Fotografía tomada desde la parte baja del valle)

   A treinta minutos de Vitoria-Gasteiz se encuentra un paraje del que brotan manantiales cargados de sal. Un pequeño valle del que el hombre se apoderó hace más de 6.000 años y que sigue dejando atónitos a todos los que lo visitan. Nos trasladamos a una de las fábricas más antiguas del mundo. Una fábrica de sal que aún sigue en uso y que respira vida. Bienvenidos al Valle Salado de Añana.

   No es fácil encontrar aparcamiento en Añana para visitar las salinas. Las visitas guiadas al monumento histórico se han convertido en uno de los principales atractivos turísticos de Álava y en las oficinas de turismo del País Vasco forma parte de su top 10 de experiencias que no debes perderte. Desde la carretera, tras aparcar el coche en el arcén, se divisan las terrazas de sal que escalonan el valle. Es un inmenso patchwork de sal. Nunca habíamos vistos algo similar.

(Fotografía tomada antes de llegar al manantial principal)

   Pasamos primero por la oficina de acceso que, además, es tienda. Allí verificamos que nuestras reserva telefónica se tomó correctamente y tras echar un vistazo a los distintos tipos de sal que comercializan nos llaman para comenzar el paseo. La ruta durará aproximadamente dos horas, pues hemos elegido la visita más completa. Nos llevará desde la parte baja del valle hasta el nacimiento de los manantiales y, desde allí, rodearemos todo el valle hasta volver al punto de partida. Es un escenario de ensueño. Terrazas salinas de diversas formas se superponen ascendiendo por la ladera. Estructuras inverosímiles  de madera forman muelles medievales encastrados entre la tierra y la roca. Escaleras, pasarelas y rampas se distribuyen por todo el valle para conectar las diferentes eras de sal. Un entramado de canalizaciones a diferentes alturas recorre todo el valle llevando el agua a distintos pozos diseminados por toda la salina. En su avance, la sal, va creando caprichosas formas. Se adhiere a las juntas y se acumula, capa sobre capa, originando pieles de sal o estalactitas que transforma el entorno en un lugar de ciencia ficción. 

(Estructuras sobre las que se construyen las eras)

   El valle de Añana fue un punto estratégico para el Estado. La sal tan accesible que hoy conocemos  llegó a ser moneda de cambio. Si viajamos muy atrás, la sal, sería la cámara frigorífica de la edad media. La monarquía se interesó por esta afloración salina y expandió las eras hasta cotas muy elevadas. Habría sido un suplicio subir el agua hasta las terrazas. Ya en el siglo XX la salina que había preservado toda su actividad encontraría en las minas de sal y en las salinas costeras su antítesis. A diferencia del elevado coste de la producción artesanal de las salinas de Añana se oponía el abaratamiento de los costes de la era industrial que haría de las salinas un ejercicio inviable. Las terrazas se fueron viniendo abajo, degradándose con el paso del tiempo. Y el recuerdo de aquella esplendorosa industria pasó de padres a hijos en herencias imposibles de acotar hasta nuestros días. En el 2000 se crea la Fundación Valle Salado que recoge el testigo diseminado de todas aquellas herencias para poner en valor el trabajo salinero milenario de entonces. Una labor mastodóntica que rescata de la extinción un trabajo de valor incalculable. El monumento histórico del Valle Salado es un ejemplo etnográfico, histórico y medioambiental que a punto estuvo de ser declarado Patrimonio de la Humanidad hace unos años. Pero también es un ejemplo de constancia, de las más de 5000 eras que poseía el valle, tan sólo se encuentran en uso 150. El resto es un mapa hilvanado por los años. Cada era desplomada nos cuenta una pequeña historia. Una guerra entre el hombre y la corrosiva sal. ¿Cómo conseguían la sal los romanos? ¿Que materiales se utilizaban para allanar las terrazas? ¿Cómo evitar las filtraciones? ¿Cómo enfrentarse a la lluvia? ¿Qué nuevos materiales vendrían a sumarse a la fábrica de sal? ¿Cómo evitar los efectos corrosivos de la sal? Todas estas preguntas están más vivas que nunca en Añana. Un valle repleto de posibilidades, que atesora un pasado inabarcable y que hoy aflora a nuestra realidad acelerada hablándonos con voz sabia e ilusionada. 

(Eras restauradas a pleno rendimiento)


   RECOMENDACIONES:

- Reserva tu visita por teléfono. Web del Valle Salado: http://vallesalado.com/VALLE-SALADO-HOME

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