martes, 23 de agosto de 2016

Oporto o la ciudad abrumada

   
Vistas desde la Catedral, al fondo la Torre de los Clérigos

   Oporto es la segunda ciudad más grande de Portugal. Aún siendo mucho más pequeña que Lisboa, la ciudad que despide al Duero, es el motor turístico, cultural y económico del norte del país luso. Los vistosos edificios de Oporto se superponen entre la abrupta orografía que ha ido esculpiendo el río en su camino hacia el Atlántico. Histórica, colorida, vetusta, moderna, británica y entusiasta son algunas palabras que se nos vienen a la mente al recordar el fascinante collage de hierro, azulejo y granito que es Oporto. Te proponemos un fascinante recorrido por la ciudad que da nombre a uno de los vinos más famosos del mundo. Prepara tu calzado más cómodo porque te espera un festín de emociones, calles abarrotadas de turistas, bulliciosas plazas y un tráfico desconcertante. Así es Oporto.

   Oporto es una de las ciudades más antiguas de Portugal. Con pasado romano,  inmersa en los inicios de la reconquista cristiana frente al control musulmán, la ciudad ha ido cosechando, a través de la historia, la posición que el turismo y la industria del vino le otorgan en la actualidad. Una ciudad que ha perdido las puertas y la mayor parte de sus murallas medievales a favor de perfiles nobiliarios, edifios beaux arts y espigadas casas de vistosos azulejos.

Gaia desde el Puente de Luis I

   Te recomendamos aparcar en la vecina Gaia (Vila Nova de Gaia). Frente a Oporto, al otro lado del río Duero. La población se resiste a ser absorbida por su vecina, aunque todos tengamos la idea de que ambas orillas pertenecen a la misma ciudad, estamos equivocados. Pero Oporto no sería nada sin Gaia y viceversa. Es en esta última donde se encuentra toda la industria relacionada con el vino. En la zona mas llana, junto al río, se acomodan las grandes bodegas del líquido aterciopelado y untuoso que toma el nombre de la ciudad vecina . En los alrededores se encuentra la oficina de turismo de la localidad en la que te informarán de todas las múltiples opciones que tienes para acercarte y degustar este fantástico "zumo". La proliferación de estas bodegas tiene su origen desde tiempo remoto. A finales del siglo XIV toda la industria británica, que tenía prohibido comerciar con Francia, vio en Portugal (Oporto) su  nuevo amigo comercial. Y de aquellos ojitos golosos entre naciones tenemos estos fascinantes caldos de marcas tan british como Graham`s o Taylor´s. Hay muchas modalidades de vino de Oporto; ruby, tawny, blanco, rosado... Y luego está el punto de azúcar; muy dulce, dulce, semi seco o extra seco. De diez, veinte,... Incluso de hasta cuarenta años. Pero este último se escapa a muchos de nuestros bolsillos.

Oporto desde la ribera de Gaia

   Una de las mejores cosas que tiene Gaia son las vistas de Oporto. Desde aquí podrás degustar con placer la romántica visión de la ciudad que te espera. Fachadas coloridas, grandes ventanales, torres barrocas luchando por captar tu atención. Todo agolpado, derramándose sin orden y concierto sobre el río Duero. Una apretada sinfonía arquitectónica que puedes vislumbrar desde el teleférico de Gaia o desde el puente de Luis I que une ambas ciudades.

Claustro de la Catedral

Capela das Almas

   Tras cruzar el puente llegamos hasta la Catedral de Oporto. Con apariencia de EXIN CASTILLOS lo más aconsejable es el claustro que esta primorosamente revestido por azulejos. Las escenas bíblicas y los ornamentos barrocos se entrecruzan para formar libros que, adosados a la pared en multitud de azules, tratan de enseñar y dar ejemplo al pueblo. Hay todo un mundo alrededor de los azulejos en Oporto. La bonanza económica traída por el oro de Brasil y el comercio del vino vio en este soporte su mejor lienzo de expresión. Los acaudalados nobles no tardaron en revestir sus salones de este bello material que fue impregnando todo el sentir del pueblo hasta convertirse en un símbolo de identidad. Iglesias, fachadas, plazas y edificios públicos sucumbieron al encanto del azulejo para ofrecer estampas imprescindibles en nuestra visita como la Estación de São Bento, la Capela das Almas o la Igreja do Carmo.

Igreja do Carmo 

Estación de São Bento

   Desde la Estación bajamos por la Rua das Flores hasta la Igreja da Misericordia. Una calle peatonal atestada de turistas, cuidada al extremo, fachadas impolutas, colmada de tiendas y restaurantes chic desde la que puedes vislumbrar callejones sombríos, con fachadas deslucidas a punto de ceder. Oporto es un reto. Exquisita a veces, oscura otras. Tentadora e insólita. Sus calles son un trajín frenético aupado por el auge turístico que ha pillado con el pie cambiado a la ciudad. Incongruente a veces, Oporto muestra su mejor y su peor cara al mismo tiempo. Sin vergüenzas ni remordimientos. La ciudad se muestra ante ti sin tapujos con sus muchas bondades y sus otras tantas debilidades. Del entrechocar de ambas opciones surgirá el amor en el que la visita.

Plaza del Infante Don Enrique

   En descenso hacia el río, pasando por el Palacio das Artes, llegamos hasta la Plaza del Infante Don Enrique, uno de los centros neurálgicos de la ciudad. Junto al renovado Mercado de Ferreira Borges presume solemne el Palacio de la Bolsa construido entre 1842 y 1910. Junto a el la Igreja de San Francisco y, no muy lejos, la casa medieval en la que nació Enrique el Navegante en 1394. Un poco más abajo y ya junto al Duero la ciudad explota en frenesí, color y movimiento. El olor de la comida, las bandejas de los camareros colmadas de copas y cervezas y el bullicio de los viandantes nos recuerdan que es hora de comer.

Francesinha

   Os presento a la francesinha. Este es el plato típico de Oporto. Los lugareños nos dicen que no has ido a Oporto si no has tomado una. Y nosotros queremos tener la experiencia más completa posible sobre esta ciudad. Elegimos el lugar más visitado por los lugareños, Alfândega Douro. Con el punto final que aporta el horno de leña, este gigantesco sandwich de queso, lomo y salchichas coronado por más queso y un huevo te dejará sin palabras. Pero como siempre hay un secreto que no se puede desvelar. Y como otras tantas veces... Está en la salsa. Toda la francesinha está rodeada por una salsa de tomate algo picante que es indescriptible.

Avenida de los Aliados

 Torre de los Clérigos

   Por la tarde, armados de valor, emprendemos nuestra visita pendiente arriba para llegar a uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad la Avenida de los Aliados. Una portentosa plaza al más puro estilo francés coronada por la Cámara Municipal. Desde abajo de la plaza se alzan dos calles que ascienden hacia sendas iglesias. La derecha te lleva hasta la Igreja de San Ildefonso, pero es la de la izquierda, la Rua dos Clérigos la que más os va a cautivar. Coches, turistas, azulejos, tiendas, cafeterías, y al final, la torre barroca que desde nuestra llegada venimos vislumbrando desde varios puntos de la ciudad; la Torre de los Clérigos. Para ver las mejores vistas de la ciudad tendrás que ser paciente y esperar una tediosa cola que te llevará a lo más alto de Oporto. No muy lejos de aquí os espera otra cola de turistas que quizás no os queráis perder.

Librería Lello

   En 1906 se inaugura una de las librerías más conocidas del mundo por su belleza: la librería Lello. Este edificio neogótico atestado de turistas explota con unos interiores dignos de un libro de Edgar Allan Poe o de J.K. Rolling. De echo, la escritora vivió una temporada en Oporto, y son muchos los que quieren ver en la escalera que centra el interior de la librería la inspiración que daría lugar a su intrincada homóloga de Hogwarts. Sea así o no, es un edificio digno de disfrutar aunque los turistas copemos el poco espacio que dejan las vitrinas y mostradores de libros. El interior noble que refleja la madera no es más que eso; un reflejo. Y es que la argucia del constructor nos muestra un espacio elegante con algunas partes de madera, como el pasamanos de la escalera, y las que más en yeso estucado imitando a la misma. El techo, los adornos de la escalera, gran parte de las paredes... Todo es un maravilloso engaño digno de disfrutar.

Mercado do Bolhão

   Subiendo la Avenida de los Aliados no tardaremos en llegar a una de las joyas más auténticas de Oporto. El destartalado Mercado do Bolhão deslumbra al visitante por su inmensidad. Una obra decimonónica de hierro vapuleada por el tiempo que se mantiene viva e insaciable al trasiego de comerciantes y turistas. La espectacular obra podría ser una inmensa estación de trenes. Pero no, está dedicada a uno de los oficios que más identifican a esta ciudad. El comercio. Un centro refulgente de lenguas que buscan entre las tiendas el regalo más adecuado o el producto más fresco. Un edificio altivo, bellísimo que se sostiene con ayuda de pilastras de hierro y listones de madera. Paredes desconchadas, gentes tomando café con almejas, cantares ofreciendo la ganga de la tarde, niños jugando entre los puestos, turistas engatusados por los souvenirs y arriba, en el cielo, pasando la mirada por una de sus inmensas cúpulas laterales, un cielo azul intenso y un viento de nostalgia. 

RECOMENDACONES:

- Organiza bien tus visitas. Los horarios de los monumentos son algo desconcertantes. Algunos cierran a las 13:00 y vuelven a abrir a las 15:00. Pero no te demores pues a las 17:30 comienzan a cerrar en otros tantos monumentos.
- La ciudad tiene mucho más que ofrecer de lo expuesto en esta entrada. Necesitarás al menos de dos días para disfrutar de otras muchas cosas que encierra Oporto como el Palacio de la Música, el Palacio de Cristal o algunos de los cafés más glamurosos como el Café Majestic.
- Si te decides por ir a Alfândega Douro te indico que cierra la cocina a las 15:00. Da igual cuanta gente vaya más. El horno ya no hará más francesinhas para ti. Se llega bajando desde el Palacio de la Bolsa en paralelo al río hacia la derecha, justo detrás del gran edificio de Alfandega Nova. Es un paseo de diez minutos.
- Si no tienes mucho tiempo y las visitas al Palacio de la Bolsa están muy saturadas, no te preocupes, la ciudad te brindará experiencias mucho más gratificantes sin pagar ocho euros.
- Por menos de cinco euros tendrás la tarjeta ANDANTE de transporte publico para 24 horas. Una ganga!