domingo, 23 de agosto de 2015

Getxo o "Noblesse oblige"

 
(Palacio Lezama-Leguizamón)

   Si un lugar puede presumir de la bonanza económica que trajo consigo la Revolución Industrial es sin ninguna duda, Getxo. La ciudad posee una "milla de oro" de las mansiones que trascurre entre los barrios de Las Arenas y Neguri. Estas insignes figuras de piedra se elevan pretenciosas hacia la bahía, unas a pie de calle y la mayoría desde un adarve ajardinado que termina en Galerías de Punta Begoña, estas últimas, inmersas en un proceso de puesta en valor y restauración . Admirar las suntuosas estancias desde el grato paseo marítimo que acompaña a la ría en un día soleado es un lujo, este sí, al alcance de todos. Varios paneles informativos en el recorrido dibujan el perfil y las peculiaridades de estos grandiosos hogares, completando así, una estupenda ruta. Aunque hemos hecho muchas fotos, la oficina de turismo de Getxo es muy sabia y ha creado un vídeo la mar de ilustrativo que no quiero que os perdáis. 

(Mansiones de Getxo)

(Puerto Viejo en primer plano, al fondo la Playa Ereaga)

    Seguimos por el bullicioso paseo marítimo y nos dejamos llevar por las olas que acarician la playa Ereaga. Cerca de ella encontrarás la Oficina de Turismo de Getxo. La playa, muy accesible, presenta una estupenda oportunidad de disfrutar del mar y las buenas infraestructuras que posee. Pero nosotros queremos seguir ahondando en la fisonomía de Getxo y nos han hablado maravillas del Puerto Viejo. Así que nos secamos el agua de los pies, y ya calzados, continuamos la visita.  

(Puerto Viejo)

   El pequeño puerto, barrio de Algorta, germen de Getxo, hoy se presta a la diversión de los niños y niñas que utilizan sus muros como pretil para el salto. Un poco más abajo del muro, el Sireno de Getxo mide con su cuerpo la altitud de la marea y disfruta jocoso del ambiente joven y distendido que tiene lugar en la calle del Puerto. El fotomontaje de tres metros del artista argentino Marcos López se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad. Ha sido raptado como moneda de cambio ante las exigencias de un grupo contrario a los planes urbanísticos del alcalde en diciembre de 2013 y destruido por el oleaje  en dos ocasiones. Ya sea por los 21 días que estuvo secuestrado por tres encapuchados en la víspera de Navidad o por el continuo embate de las olas que soporta, este peculiar "personaje" se ha ganado los afectos del lugar y se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad. Y podría poneros una foto, pero la anécdota del robo es tan divertida que os dejo el vídeo en youtube que subieron los encapuchados artífices del secuestro. ¡Qué mejor forma de conocer una obra de arte!



   Ahora que cae la tarde nos sumamos al ambiente relajado al que invitan las escaleras de la calle del Puerto y disfrutamos de un refrigerio viendo al chiquillerío hacer piruetas y cabriolas en sus saltos. Algunos perros comparten con nosotros snacks, y a medida que el sol va descendiendo, las escaleras se van llenando de más visitantes. Las charlas divertidas y las reflexiones filosóficas se animan regadas con el txacolí de la zona y aunque hay que seguir nuestra visita sabemos que volveremos a este rincón de Getxo. 

(Escultura en homenaje a los pescadores y pescadoras)

      Una vez dentro del casco viejo de la ciudad viajamos en el tiempo y podemos imaginarnos la vida de los pescadores camino de sus casas tras una jornada de pesca. El blanco esplendoroso de las casas viejas es el lienzo perfecto para dibujar hermosos escenarios en donde las celosías, puertas, rejas y parterres juegan a crear "casitas" de ensueño por las que cualquier bohemio daría un riñón.

(Calles de Algorta, casco antiguo, Getxo)


(Calles de Algorta, casco antiguo, Getxo)


   La noche ha llegado, y la plazoleta que hay al final de la calle del Puerto se atesta de turistas ansiosos de arañar unos horas más a su visita. En un santiamén nos encontramos inmersos en una improvisada verbena de pueblo bajo la comunión de todos los presentes. Atrás quedan la grandilocuencia snob de los palacios de Getxo. Ahora es el pueblo el que llena con sus gritos y canciones los pequeños rincones de la villa. Y por un momento, ninguno de los presentes, quiere perder la oportunidad de ser parte de este inspirador decorado. 


RECOMENDACIONES:

- Deja las prisas atrás y disfruta.

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