jueves, 31 de marzo de 2016

Viena o El inicio de una bonita historia de amor

   
Viena desde la Catedral de San Esteban

   Viena posee tantas referencias en nuestro imaginario que viajar a la capital austriaca es mas una peregrinación dogmática que una visita de placer. Con tan sólo un pie puesto en Viena, el autobús que nos traslada del avión a la terminal posee un mensaje de voz de bienvenida que termina con una pieza de música clásica. Con media sonrisa nerviosa, ante la envestida de uno de sus tópicos nada mas llegar a la ciudad, nos preguntamos si en la aduana nos esperará alguien vestido de Sissi.

Plaza Schwarzenber

   Nos encontramos ante una ciudad pequeña, impoluta, muy accesible y con un metro tan cómodo, neutro y pulcro que se nos antoja un gigantesco aseo de hotel. Pero de hotel con estrellas, eso sí. Por suerte el exterior rompe con el trazado práctico y algo anodino de su subsuelo. Viena posee un centro perfecto para pasear. Es pequeño y muy llano y posee bastantes tramos peatonales o con restricciones para los vehículos así como un respetadísimo carril bici. El centro de la ciudad es animado y luce esplendoroso. Fachadas inmaculadas, ausencia de obras, establecimientos pomposos, calles comerciales, iglesias, palacios, teatros, museos,... Todo está tan al alcance de tu mano que tenemos que contenernos para no entrar en el primer monumento que encontramos en nuestro camino. Pero tranquilos, tranquilas. Os contendréis. Es el momento de hablar de euros. Viena no es económica. Los monumentos te arañan el bolsillo de lo lindo, y la comida, que no es especialmente sorprendente, termina dejándote pelado. Así que te recomiendo sensatez, elegir bien tus opciones y lanzarte de lleno. Sopesa bien tus días y decide si eres de los que disfruta entrando en todos los museos o te conformas con el top 10 de cada lugar.

Centro Internacional de Viena

   En Viena confluyen muchos estilos; aunque son el barroco y el neoclásico los que se llevan la palma. La ciudad es tremendamente evocadora y en cada esquina esperas la aparición estelar de Romy Schneider. Ringstrasse o Ring es la gran arteria circular que enmarca los principales tesoros vieneses Patrimonio de la Humanidad. El emperador Francisco José mandó destruir las fortificaciones de la ciudad a mediados del siglo XIX para dar paso a un sin fin de edificios públicos de incalculable valor. Más allá de este gran anillo no debes perderte el Museums Quartier, Karplatz y sus alrededores, así como el Schloss Belvedere y el Shloss Schönbrunn, este último algo más alejado. Hacia el norte, pasando el canal del Danubio, te espera el Prater y su noria invencible. Y aún más allá, con el cauce natural del Danubio a nuestras espaldas, se encuentra el moderno Centro Internacional de Viena que alberga una parte de la maquinaria de la Naciones Unidas y la Torre del Danubio.

Interior Ópera de Viena

   La oficina de turismo se encuentra frente al museo Albertina y muy cerca de la Ópera. Ésta debería ser tu primera visita. Tienes varias opciones: Vienepass o Vienacard (ver recomendaciones). Lo mejor de la oficina es que tiene una taquilla específica para los espectáculos y podrás conseguir entradas para la Ópera. En Viena la Ópera es un tesoro nacional y ha de ser compartido con el pueblo, y aunque está envuelta en la opulencia elitista del género, podrás conseguir entradas por 25 o 30 euros, algo impensable en nuestro país. No será el mejor lugar, pero podrás vivir una experiencia inigualable. Te recomiendo las entradas para estar de pie si te sientes lozano.

   Espero que estés preparado y preparada porque Viena es una fruta madura, suculenta y atractiva, que espera tu primer bocado. Continuará...


RECOMENDACIONES:

- ¿Vienapass o Vienacard? El primero te ofrece la posibilidad de entrar a la mayoría de los museos y sin colas. El segundo incluye transporte y descuentos en los museos y monumentos.  Ninguna de las dos tarjetas incluye todo el abanico turístico de la ciudad. Por ejemplo, el Belvedere va por libre. Nuestra recomendación. Si quieres ver mucho Vienapass (4 días 90 euros pax) junto con el bono de transporte (16 euros la semana de lunes a lunes). Si te conformas con una visita exterior de los monumentos y ver alguno puntualmente, Vienacard. Vienapass es un dineral pero suma como mínimo 10 euros por cada entrada. Si entras en diez o más de los principales monumentos ya habrás amortizado su uso.

- La tarjeta de transportes se puede comprar en los cajeros del metro. Sólo tendrás que sellarla una vez. Recuerda que el metro tiene una entrada sin tornos con máquinas para validar tu tique. En cinco días nos encontramos con un revisor. Allá tu.

- Optimiza tu tiempo. Viena es la ciudad de la cultura y casi nunca duerme. Sus museos siguen este dictamen y muchos de ellos permanecen abiertos hasta las 23:00 uno o dos días en semana.

- Si vas en verano ármate de paciencia. En pleno invierno la ciudad era un hervidero de turistas.

- Propinas. En Viena hay que dejar propinas. Cuidado con el datáfono, la primera opción para teclear no es tu pin sino la propina que quieres dejarle al camarero.

- El tranvía número 1 puede ser una bonita manera de acercarse al exuberante Ring.

- El cercanía S7 es la opción más fácil y económica (no llega a cinco euros) para llegar al centro de Viena. Existe un tren más rápido (20 minutos más rápido) pero vale más de el doble que el S7. No merece la pena.




      

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