Estatua de Goethe en Tiergarten
Si pasea por Berlín con serenidad, con el ojo avispado, urdiendo con tesón las diferentes pinceladas que muestra la ciudad sobre su guerra particular, descubrirá atónito la fortaleza de espíritu de los alemanes. Sus calles, plazas, parques y edificios son un canto a la vida. Una mirada hacia el futuro que soporta incansable el lastre del horror. La portentosa habilidad para acompañar la vida con la muerte sin que esta última trabe el futuro. Así es el Berlín de posguerra.
Scholls Bellevue
El corazón verde de la ciudad se llama Tiergarten. Su cara invernal languidece entre sus ramas peladas y los pocos corredores que se animan a salir por sus avenidas. Aunque el parque ha estado unido a la ciudad desde hace siglos; primero como coto de caza para la monarquía y luego como parque público adecentado durante el siglo XVIII, tenemos que esperar hasta los últimos siglos para dotar de auténtico significado a este espacio. De este a oeste Tiergarten se divide por la avenida del 17 de junio recordando el alzamiento de Alemania oriental en 1957, que fue brutalmente sofocado por los tanques soviéticos. Pero el parque recuerda más heridas. Sirvió de abastecimiento para los berlineses durante la guerra. Sus árboles fueron talados para calentar los hogares de la ciudad. Será por esta razón por la que caminando por sus senderos la vegetación se nos muestra abierta y ligera. El parque también ha sido y es encuentro fortuito entre la comunidad gay y por ello se erige aquí un monumento a las víctimas homosexuales que fueron asesinadas por las doctrinas hitlerianas. Las grandes avenidas del parque confluyen en la Columna de la Victoria, erigida para recordar la faraónica labor de Otto von Bismarck. Un poco más al norte de esta glorieta encontramos la residencia del presidente de Alemania, Scholls Bellevue. En su extremo más occidental se ubica el Zoo de Berlín. El zoo con más especies animales del mundo.
Columna de la Victoria
Sin salir del distrito de Tiergarten, caminando hacia el sur, llegamos hasta Potsdamer Platz. La zona de tierra baldía que quedó entre la Alemania occidental y la oriental es hoy una sucesión de edificios de hormigón y cristal que luchan entre sí por captar la atención de los visitantes. Museos, comercios y oficinas caminan de la mano para mostrar al mundo una nueva Berlín, vibrante y apasionada, repleta de esperanzas. Tan sólo parte de la fachada del hotel Esplanade, del Kaisersaal y alguna sección del muro nos recuerdan los hitos vividos por la plaza en otras épocas.
Sony Center, Torre Deutsche Bahn, Torre Kollhof (de izquierda a derecha)
Sony Center y Museo del cine y la televisión
Kaisersaal Berlin con parte del lienzo del antiguo Hotel Esplanade
Torre Deutsche Bahn y Cúpula de cristal en forma de tienda de campaña
La división de Berlín dejó huérfanos de museos a los habitantes de occidente. Para mitigar la pérdida se diseñó todo un complejo cultural integrado por varios museos junto a Potsdamer Platz. Bajo el nombre de Kulturforum descubrimos uno de los emblemas de Berlín, el edificio de la Filarmónica. Su exterior, sin duda, es diferente. Tanto que aún no se si nos gustó. Desgraciadamente no pudimos descubrir su interior que nos consta ha de ser espectacular. Un poco más adelante encontrará la Gemäldegalerie que está repleta de obras pictóricas de calado desigual y pocos nombres propios universales. Junto a este museo se encuentra el Kunstgewerbemuseum. Un edificio tan feo como su vecina Gemäldegalerie y tan aburrido como su nombre. Aquí pasearás por las artes decorativas y el diseño europeo desde la Edad Media hasta nuestra era. Un inabarcable edificio repleto de muebles y objetos de decoración capaz de arruinar la mañana a cualquier turista profano en la materia.
Filarmónica
Gemäldegalerie
Kunstgewerbemuseum
Pero no siempre la ciudad ha zurcido sus heridas de la misma forma. Si hasta ahora, al menos en lo visto en esta entrada, Berlín buscaba levantar de la nada una nueva y original forma de vivir su presente, otras veces, la opción es mantener viva la herida del pasado. La iglesia neorrománica del Kaiser Guillermo de 1895 es el mejor ejemplo de esto último. Los terribles destrozos que sufrió el templo se han mantenido hasta hoy como monumento a la devastación. Hoy es uno de los lugares más fotografiados. Un pequeño museo recuerda los avatares de la guerra y la posguerra con la iglesia como nexo común. Impacta el diminuto interior que queda en pie. Los delicados mosaicos que han sobrevivido a los bombardeos son un minúsculo recuerdo de la belleza que tuvo que albergar en su interior. Junto a la ruina se han levantado un campanario y una iglesia octogonal que es un auténtico esperpento. Pero Berlín nos ha acostumbrado a las sorpresas, así que decidimos entrar. El interior es un enjambre de cristales azules entre los que fluye la imagen de un Jesús crucificado que parece volar a pesar de sus 300 kg.
Ruinas de la Iglesia del Kaiser Guillermo
Mosaicos en el interior de la Iglesia del Kaiser Guillermo
Interior iglesia modernista junto a la Iglesia del Kaise Guillermo
RECOMENDACIONES:
- Visita el Sony Center por la noche, la cúpula iluminada es realmente fascinante.
- Junto a la Iglesia del Kaiser Guillermo hay un singular centro comercial de ropa y objetos de diseño muy prometedores; el Bikini Center
Interior Bikini Center
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