Si la climatología no te lo impide sal del centro de la ciudad para disfrutar como un berlinés más del gusto por los mercadillos dominicales. Te zambullirás en el gentío que colapsaba el Flohmarkt am Mauerpark. Saldrás del corsé turístico de la ciudad y te adentrarás en este espectáculo cotidiano del regateo y la ganga donde las formas no están demasiado delimitadas. Aquí respiramos otro Berlín. Más dicharachero y cercano, sucio y revuelto. Músicos junto al parque, cervecerías al aire libre, ropa de segunda mano, muebles vintage arremolinados por el suelo y la posibilidad de encontrar un regalo peculiar para el recuerdo (por ejemplo una máscara de gas).
Flohmarkt am Mauerpark
Flohmarkt am Mauerpark
Flohmarkt am Mauerpark
Si aún te quedan ganas de coquetas boutiques o espacios de teatro te proponemos otra escapada del centro. Pasando el río Spree disfrutarás del entramado de patios Hackesche Höfe. Con un desigual estilo modernista estos ocho patios son un estupendo pasatiempo para buscar un capricho. Los mejores son el patio I y el patio VII.
Patio I en Hackesche Höfe
Patio VII en Hackesche Höfe
La vida cultural berlinesa te espera con los brazos abiertos al caer la tarde. El cabaret es el espectáculo por excelencia de la ciudad. Hay muchas opciones. Nosotros pudimos disfrutar de The Wyld en el Friedrichspalast. Un espectáculo de principio a fin. Desde el edificio art decó hasta el pomposo espectáculo al más puro estilo Las Vegas.
Interior del Friedrichspalast
Esto no es tan original pero resulta casi un pecado no subir a la Torre de Televisión de Berlín o Fernsehturm para terminar el día. Su presencia ha sido constante durante casi todo nuestro viaje a Berlín. La obra más representativa de la República Democrática Alemana en Alexanderplatz se eleva 204 metros sobre el suelo. Parece adecuado terminar nuestra visita a Berlín desde esta atalaya, aunque la política de iluminación de los edificios en Berlín no sea la más adecuada, aunque cueste un dineral entrar,...
Fernsehturm
- ¿Saben lo que les digo? No suban. Berlín está al alcance de cualquiera. No hace falta estar por encima de la ciudad. Es inmensamente más reconfortante fluir por ella en bici o caminando. Disfrute de cada contradicción. Y déjese llevar. Y disfrute de cada momento. Porque el Berlín de hoy ya ha cambiado.
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