Jardines de Schloss Schönbrunn
En Viena da pereza coger un metro o un tranvía. Todo está tan cerca. Posee tantos rincones acogedores que la idea de sumergirse en el subsuelo frío, gris y monótono de su red de metro se vuelve una aventura algo tediosa. Pero tenemos que optimizar nuestra visita y, hoy, hacemos un tour cargado de contrastes de norte a sur de la ciudad. Primera parada; Karlsplatz.
Iglesia de San Carlos Borromeo
Interior de Iglesia de San Carlos Borromeo
La Iglesia de San Carlos Borromeo se encuentra al sur de la plaza del mismo nombre y que abre las puertas a uno de los principales barrios de la ciudad fuera del Ring. Es una iglesia barroca construida bajo el mandato de Carlos VI y como respuesta al final de la peste que asoló la ciudad a principios del siglo XVIII. Es una iglesia cargada de simbolismos en donde destacan las dos columnas inspiradas en la de Trajano y la gran cúpula ascendente decorada por Johann Michael Rottamayr. La iglesia, en proceso de restauración desde 2002, aporta un aliciente. Han dotado de ascensor al andamio que utilizan los restauradores del templo y los turistas podemos subir a lo más alto de la cúpula y descubrir en el vertiginoso ascenso el delicado trazo de la pintura al fresco y los numerosos trampantojos de los que se sirve el barroco para ennoblecer sus obras. Una emocionante clase de pintura en directo no apta para personas con vértigo.
Schloss Schönbrunn
La línea 4 del metro nos deja a las puertas de gran palacio de verano de los Habsburgo, Schloss Schönbrunn. Antes del actual recinto clasicista fue un palacio de caza que pasó sin pena ni gloria hasta la llegada al trono de María Teresa (1717-1780). La única mujer que gobernó el impero de los Habsburgo, bajo su despotismo ilustrado, inculcó grandes reformas a nivel financiero y educativo que hicieron del centro de Europa un modelo a seguir. Lástima que sus ideas progresistas no se trasladasen a la tolerancia religiosa, pues se mantuvo beligerante ante toda religión que no fuese la católica y ganó el dudoso honor de ser el monarca más antisemita de la época. La mujer centró su atención en este lugar apodado el Versalles de Viena para que sus dieciséis hijos pudiesen "cafrear" a gusto entre fuentes, árboles y animales. Construyó el primer zoo del mundo en 1752 que aún hoy funciona como tal, el Tiergarten.
Palmenhaus
El interior del palacio, de estilo barroco, contiene más de 1400 estancias de las que podrás visitar una veintena de ellas primorosamente decoradas. Disfruta de la grandeza imperial de María Teresa en un marco inigualable a rebosar de turistas y excursiones de institutos. Ya en el exterior, déjate llevar por los exuberantes jardines del palacio que en primavera y verano han de ser un deleite para los sentidos. Como nosotros hemos visitado Viena en invierno y no queremos quedarnos con las ganas de ver el potencial floral de esta ciudad nos adentramos en el Palmenhaus, un espectacular invernadero de 1880 de hierro y cristal. Toda una sorpresa por fuera y por dentro. Una parada extravagante y rompedora ante el gris y marrón propios del invierno. El complejo palaciego cuenta con otros tres más pero este es, sin lugar a dudas, en lo que no debes perderte.
Pabellón del Kaiser en Tiergarten
Un poco más adentrado en el parque se encuentra el Zoo Tiergarten. Un viaje al ocio del pasado con una instalaciones imperiales tan refinadas, limpias, ordenadas y accesibles que cuesta creer el uso real de la infraestructura. Lo más destacado es la glorieta central del zoo con el Pabellón del Kaiser en el centro. Hoy es un restaurante. Si viajas con niños este será el lugar que recordarán de su estancia en Viena.
Torre del Danubio
Volvemos a sacar el tique del metro para trasladarnos a la zona noreste de la ciudad. Damos un gran paso en el tiempo para visitar la Torre del Danubio de 1960. Todo un fiasco al más puro estilo Torre de la Televisión de Berlín que ofrece unas vistas lejanas y brumosas de la ciudad. Además de estar lejos y no contar con un transporte cercano, hay que andar un buen trecho desde la parada del metro, el lugar es algo inhóspito y carente de personalidad. Por otro lado, si tienes el curioso anhelo de saltar haciendo "bungee jumping" este es el sitio idóneo. Te esperan 252 metros de caída libre.
Hundertwasserhaus
Más acertada es la visita a los coloristas, locos y ecológicos apartamentos de Hundertwasser. Este arquitecto ha dejado su impronta en la ciudad a través de su desenfadada forma de ver la realidad. Una alocada arquitectura que recuerda a los tableros de juego o piezas imantadas, con una plasticidad desbordante en donde la pintura y la escultura juegan entre sí para crear perfiles divertidos y en donde la presencia de la naturaleza y sus imprevisibles formas se convierten en santo y sella. No debes perderte tres lugares para conocer la obra de Hundertwasser: la KunstHausWien, el exterior de los apartamentos Hundertwasserhaus y la galería comercial Kalke Village.
Riesenrad en el Prater
Finalizamos nuestro viaje por Viena en uno de los símbolos de la ciudad. Entramos en el parque de atracciones decimonónico del Prater. Numerosas atracciones se conservan de su inauguración allá por 1895. De todas ellas, la más insigne es la noria o Riesenrad. Tarda 20 minutos en dar una vuelta completa y mientras esto ocurre puedes disfrutar de unas bonitas vistas de la ciudad y hacer algunas fotos. La noria sobrevivió a los bombardeos de 1945 y ha sido escenario de algunas películas como El tercer hombre o 007: Alta tensión y Antes de amanecer.
Viena es una de esas ciudades que echas de menos pasado un tiempo. Es un lugar del que encariñarse. Pero su grandeza no está en sus grandes monumentos. Es una ciudad de pequeños pasos. De sorbos entrecortados en viejas cafeterías. De miradas agazapadas tras un paraguas. Una ciudad vestida de domingo lustrosa y ruborizada de su propia belleza.
Qué ganas tan incontrolables de recibir una clase en directo de frescos barrocos en altura ¡me fascina la idea! Tendremos que visitar Viena en primavera!(muero por ese invernadero de hierro y cristal!!)
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