Al oeste de Valladolid, y al sur de Tierra de Campos, se encuentra esta extensión sobreelevada de suaves colinas salpicada de pequeños pueblos agrícolas que conserva algún resto de bosque de encinas y quejigos que en otra época cubrirían gran parte de su superficie. Tordesillas, Simancas y Tiedra son sus localidades más señaladas, pero nosotros, queremos adentrarnos un poco más en esta tierra que otrora fuera zona limítrofe entre cristianos y musulmanes.
El campo esta labrado, se ha recogido el trigo, algunas vides nos acompañan en nuestro deambular en este agosto caluroso y algunas rectas interminables nos animan a pisar el acelerador. Campos de girasoles pintan el terreno despidiéndose del sol que les acompañó durante todo el día y se quedan diminutos ante los esbeltos molinos de viento que proliferan por la zona. Crecen las plantas fotovoltaicas indicando el relevo generacional de un pueblo que busca nuevos recursos para afrontar su futuro. Y mientras todo esto va quedando atrás se nos antoja recordar el trasiego de culturas que debió protagonizar esta tierra. Y encontramos tesoros por el camino que queremos compartir con vosotros y vosotras.
(Santa María de Wamba)
Llegamos hasta Wamba, un pequeño pueblo que esconde una joya en piedra. Santa María de Wamba se eleva sobre unas terrazas revestidas con muros y se deja rodear por un nutrido número de casas, algunas de ellas conservan blasones, conformando un inusual atrio que completa el conjunto arquitectónico, engrandeciendo, aún más, la contundente y noble belleza de esta iglesia. Repasemos la lista de los reyes godos... No, no os preocupéis, tan sólo os dejo dos nombres para aprender. Recesvinto, pues este rey visigodo murió aquí, y Wamba, que sería el rey que, con muy pocas ganas, debido a su avanza edad, tuvo que tomar las riendas el 1 de septiembre del año 672 y tras eso la localidad asumió su nombre. Pues ya situados, indicaros que esta iglesia no tiene nada que envidiar a otras más conocidas como Santa María del Naranco o San Miguel de Lillo. Es más, tiene elementos únicos que ojalá alguien con dos dedos de frente sea capaz de vislumbrar y realizar el centro de interpretación que este monumento merece. El guía expone orgulloso las virtudes de la iglesia por tan sólo uno o dos euros, pero su valía, es tal, que sería fantástico contar con un centro con el que poder profundizar en el devenir del edificio. Conserva gran parte de su cabecero mozárabe del siglo X, mientras sus tres naves crecen hacia el románico durante el siglo XII conservando espléndidos capiteles visigodos y románicos. Un patio baldío recuerda el lugar del claustro al que flanquearían las dependencias monásticas, hoy muy alterado y desdibujado. Destacan la capilla de Santa Urraca y un impresionante Osario con más de 3000 cadáveres que se apilan decorando las paredes de la capilla en la que reza: Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y no pecarás.
(San Cebrián)
Siguiendo la ruta de estos livianos montes castellanos nos paramos en otro ejemplo mozárabe de la zona. Sobre una iglesia visigoda se construye ya en el siglo X otra prerrománica con tintes mozárabes que ha llegado hasta hoy con bastante soltura bajo el nombre de San Cebrián. Incluso hace un guiño a la Mezquita de Córdoba en unos de sus muros laterales imitando la idiosincrasia bicolor de sus arcadas del famoso bosque de palmeras. Gracias a su localización aislada pudo librarse de las muchas incursiones de Almanzor por la zona.
(Iglesia de Nuestra Señora de la Anunciada)
Doña Sancha, hermana de Alfonso VII y señora de Ureña levanta este templo sobre el mozárabe preexistente. La visión actual, es un románico sin precedentes en Castilla y León y ya su exterior nos habla de la influencia lombarda tanto en sus bandas como en los arquillos ciegos que rematan su cabecera. Y no les puedo contar más, pues como veís las sombras cada vez son más alargadas y el templo se encontraba cerrado. Aún así, el exterior de Nuestra Señora de la Anunciación nos regala una visión sobria y elegante, inusual por estas tierras, que ya en sí es un premio. Pero no dejamos a Doña Sancha y ya desde este emplazamiento vislumbramos las murallas de sus dominios; Ureña, "Villa del Libro".
(Vista del páramo y las murallas de Ureña)
Llegamos a Ureña atraídos por ser la primera villa del Libro de España y tras escuchar que conserva un excelente trazado medieval. Es cierto que Ureña deja traslucir su historia, con calles bien articuladas, casas no muy elevadas y una muralla tosca, pero bien cuidada, que conserva su poderío defensivo. Pero más allá de alguna puerta que se abren a los campos de labranza ofreciendo una bonitas e interminables vistas de Castilla y León, un recorrido liviano por la ronda de la muralla y algún rincón acogedor, la famosa villa del Libro se nos quedó algo pequeña. Es cierto que la tarde había avanzado bastante, pero el lugar nos pareció desolado y la garantía de encontrarnos con un lugar que vive por y para el libro se nos quedo coja. Vimos algunas tiendas de libros, algunas otras de encuadernaciones, pero nada que se saliera de lo inusual. La primera villa de Libro se fundó en Gales en Hay-on-way como una forma de fomentar el turismo y de ahí se fue extendiendo a otros paises: Redu en Bélgica, Montolieu en Francia y Bredevooort en Holanda. La verdad es que no se como lo organizarán en esos pueblos pero para nosotros Ureña necesita hacer algo más. En el pueblo podéis ver el Centro e-Lea Miguel Delibes (sitio con espacio para exposiciones, leer, escribir...), Museo del Cuento: colección Rosana Largo y libros desplegables, ... Hay alguno más, pero no os queremos aburrir como lo hicimos nosotros. Algunas veces cuando visitáis ciertos lugares... ¿No os da la sensación de que son muy pretenciosos? Pues a Ureña le falta lo pretencioso que les sobra a otros.
(Rincón de Ureña)
Terminamos, ahora sí, con una última imagen del monasterio cisterciense de la Santa Espina s. XIII. Lugar de peregrinación desde que el rey francés San Luís cediera dicha reliquia a Castilla. Vuelve a ser Sancha, la promotora de este templo y es aquí donde se guardan sus restos - " Espero que su distinguida figura no se tome a mal nuestras rugosas palabras sobre su villa". El templo se ha modificado en numerosas ocasiones, como podemos ver en su fachada barroca. En el interior lo único que recuerda al cister son sus tres naves y la sala capitular. El cimborrio se remata renacentista, al igual que la capilla de la Reliquia y se acompaña de dos inmensos claustros, uno postherreriano y el otro barroco. Y como no queremos terminar el día sin nuestras "cosas de palacio" destacamos un monolito que recuerda el lugar en el que Felipe II conoció a su hermanastro D. Juan de Austria fruto del affeir de su padre Carlos I con Bárbara Blomberg. Hay que ver para lo que da una tarde de paseo por Castilla y León.
(Monasterio de la Santa Espina)
Qué pasión le pone usted a aquello que cuenta!
ResponderEliminarLaMujer
Usted sabe que soy muy apasionado e intenso jajaja
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