(Plaza de la Virgen Blanca, al fondo, Iglesia de San Miguel)
Con una posición privilegiada, llave de la Meseta Central, Vitoria, siempre ha sido una puerta de entrada. Cruce de caminos. Floreciente ciudad cultural. Envidiable pasado histórico. Capital verde. Capital gastronómica. Vitoria: blanca, reluciente, limpia, afanosa, practicable, abierta, sabia, ecológica... Te espera sosegada como una dama dieciochesca perfectamente acicalada, con mirada profunda y mente preclara.
(Pasaje San Migeleko, casco viejo)
Vitoria-Gasteiz no puede evitar presumir de pasado. De las tres capitales de provincia, es ésta, la que atesora un mayor recuerdo de lo que fue. La ciudad vieja, en forma de almendra adherida a una sobreelevación del terreno, está trazada por calles llanas que la recorren de norte a sur y a su vez por calles en pendientes perpendiculares (cantones). En lo más alto del casco histórico se halla la Catedral de Santa María del siglo XIV que vigila su ciudad entre andamios. Este edificio, entró finalmente en la UCI a finales del siglo XX. Tras ser objeto de muchas reformas, supresiones y adhesiones, desde su construcción, Santa María ha mostrado signos que la precipitaban hacia un drástico final. En 1999 se crea la Fundación Catedral Santa María con una clara intención de salvar al templo de su ruina. Más allá de caer en el ostracismo, la Catedral se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y el principal atractivo monumental. Ken Follet pondría su mirada en ella para la saga literaria de los Pilares de la Tierra elevando su popularidad. Ahora, el templo es un hervidero de turistas, obreros, y arqueólogos que deambulan por sus entresijos; admirándola, cuidándola y estudiándola. El resto del núcleo histórico se regocija entre majestuosos palacios del siglo XV y XVI y recoletas plazuelas ganadas para el pueblo.
(Graffiti, acceso al entorno de la Catedral y la casa más antigua del casco viejo)
(El Portalón, edificio del siglo XV, casco viejo)
La ciudad seguiría creciendo con diferentes ensanches en siglos posteriores. Y a medida que Vitoria-Gasteiz amplía sus horizontes, derriba sus murallas y traza nuevas avenidas va sumando personalidad. Frutos de todos estos cambios son la Plaza de la Virgen Blanda (siglo XVIII), Plaza de España (siglo XVIII), la catedral neogótica de María Inmaculada, el Parque de la Florida (siglo XIX) o la Plaza de los Fueros (siglo XX). Siglo tras siglo la villa se ennoblece con bellas infraestructuras y a medida que suma elementos crea nuevos diálogos. Porque si algo caracteriza a este enclave del País Vasco es su capacidad maleable. La ciudad es resultado de un enfrentamiento ante los conflictos a través del debate, desde los más fútiles a los más profundos. Y el ejemplo está en sus calles. En los cantones del casco viejo se adhieren rampas mecánicas, un ascensor ayuda a salvar el desnivel de la calle frente a la Catedral, los graffitis se exponen orgullosos en pleno centro, se peatonalizan calles, el tranvía surca las avenidas comerciales, se proyecta una plaza, la de Los Fueros, en honor a las leyes y costumbres ancestrales, se anima el uso de la bicicleta por medio de carriles bici, se genera un gran anillo verde de parques que rodean a la ciudad de flora y fauna otorgándole el distintivo en 2012 de European Green Capital, se alza con el prestigio de ser Capital gastronómica española en 2014, se erigen monumentos a las víctimas y se comienza a construir el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo.
(Plaza de Los Fueros)
La ciudad, como vieja dama que es, sabe dirimir entre sus conciudadanos y es consciente del legado que atesora, y lo mismo ofrece una cautivadora caminata por el Paseo de la Senda hasta la joya románica de la Basílica de Armentia, que embriaga con multitudinarias fiestas, como las de La Virgen Blanca. Durante ellas, toda su congregación, se reúne en una semana cargada de significados. Cada alboroto; desde las charangas de las cuadrillas de mozas y mozalbetes, a las pruebas de madurez que han de superar los más pequeños cuando se enfrentan a las fauces de Gargantúa, nos hablan de este pueblo trajinoso y costumbrista que no deja lugar a la ambivalencia.
(Basílica de Armentia)
(Calle Portal del Rey durante las Fiestas de La Virgen Blanca, al fondo, Torre de San Vicente)
(Gargantúa)
Termina aquí nuestra visita al País Vasco, pero aún nos quedan muchas cosas de las que hablar sobre esta tierra. De algunas de ellas os hablaremos en breve. Y otras, se nos quedan en el teclado: - "Teclado" por "tintero", debemos ir actualizando conceptos). Pero seguro que habrá más oportunidades de gozar de estas tierras cargadas de ritos, leyendas y buen yantar. Os dejo con un nutrido número de recomendaciones. Gracias por seguir rodando con nosotros.
RECOMENDACIONES:
- La Catedral ofrece diferentes visitas, elige la tuya y disfruta de una experiencia inigualable te recomiendo que visites su página web.
- El paseo que va desde el Paseo de la Florida hasta Armentia es indiscutible. Por el camino verás estupendas residencias, Ajuria Enea, residencia oficial del lendakari, el Museo de Bellas Artes, el Museo de Armería y finalmente la Basílica de Armentia.
- De entre todos los parques que rodean la ciudad, el de Salburua, es uno de los más recomendables. Podrás visitarlo con las bicis que de forma gratuita favorece el centro de visitantes. Este humedal está repleto de aves y un nutrido grupo de ciervos.
- Un lugar para comer: Sagartoki. Y cómete una de las mejores tortillas el mundo. ¡Asegurado!
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