martes, 25 de agosto de 2015

San Sebastián o Ciudad de vacaciones ¿Dígame?


(Playa de La Concha)

    A menos de veinte minutos de Francia, la Perla del Cantábrico, como suele llamarse a Donostia ha sido un manjar muy apetecible por nuestros vecinos ilustrados. Su posición marítima y fronteriza hizo de ella un baluarte defensivo que alternó momentos de bonanza comercial con grandes cataclismos económicos relacionados con las diferentes guerras con Francia y muy a su pesar por el floreciente comercio del que disfrutaba Sevilla con su relación con las Indias. Visto así, la plaza fortificada que fue en su día el Monte Urgull se nos antoja inimaginable con la actual Donostia/San Sebastián. ¿Qué paso?

   
(Puerto de San Sebastián)

   Viajamos hasta principios del siglo XIX. Donostia sería la primera en recibir la visita de José Bonaparte el 9 de junio de 1808. Cuentan que a su paso las puertas y ventanas permanecían cerradas. Unos años más adelante, en plena campaña de la Independencia, el ejército de liberación anglo-portugués comandado por el Duque de Wellington consigue sitiar la ciudad en junio de 1813 . Más de dos meses necesitaría el ejército aliado para abrir brecha en la plaza y encaminarse a un opíparo festín de saqueo que redujo a gran parte de la ciudad a cenizas. Los vecinos más insignes se encargarían de recomponer la ciudad y tras ser dispuesta como capital de provincia no sería hasta 1863, con el reparto de los trozos de una piedra hecha añicos, que comenzaría a crecer la Donostia que hoy conocemos. 

( Hotel María Cristina y Teatro Victoria Eugenia)


(Catedral del Buen Pastor)

   Esa primera piedra destrozada, y repartida entre los asistentes de primera fila, no es más que un trozo de la muralla que hasta ese momento recordaba a la ciudad su pasado de litigios e impedía su expansión. Desde la Alameda del Boulevard , lugar donde se inscribía la muralla, se trazaron perfectas cuadrículas que organizarían la nueva San Sebastián. Una ciudad echa a la manera de París con una intención muy clara; convertirse en una ciudad turística. ¿Y quiénes viajaban por entonces? Pues como hoy, los que tenían dinero, aunque antes se necesitaba mucho más. La próspera ciudad que comenzaba a surgir de sus cenizas se preparaba para encandilar a los bolsillos más suculentos. El espaldarazo que supuso que María Cristina de Habsburgo-Lorena, ya viuda de Alfonso XII, eligiese Donostia como ciudad de veraneo la confirmarían a nivel internacional como un destino "de primera" para la Europa de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. De esta época son: el Ayuntamiento, en su día, flamante casino, el Teatro Victoria Eugenia, el Hotel María Cristina el Palacio Miramar y la Catedral del Buen Pastor. Todos ellos enmarcados en paseos de estilo romántico y jardines afrancesados. Lugares que visitarían al inicio de la Primera Guerra Mudial protagonistas de la historia como Mata Hari y León Trotsky entre muchos otros magnates y políticos del entonces. San Sebastián vivía entonces su época dorada convirtiéndose en la ciudad con más glamour del viejo continente.

(Ayuntamiento de Donostia/San Sebastián)

   Durante el franquismo la ciudad seguiría creciendo y posteriormente con menor velocidad. Pero Donostia no ha perdido velocidad en su objetivo de ciudad elegante vinculada al ocio. Prueba de ello es el Festival Internacional de Cine de San Sebastián  y cuyo referente arquitectónico es el Kursaal de Rafael Moneo.

(Palacio de Congresos Kursaal)

   Donostia hoy sigue siendo la ciudad moderna y elegante que se propuso ser. Sus calles son grades paseos y jardines encauzados que te llevan a recorrer muy cómodamente la urbe. Los cuarenta y cinco minutos de paseo por la Playa de La Concha desde el Ayuntamiento al Peine del Viento es una suerte refrescante que te aproxima al San Sebastián deportista  y de ocio. Durante este recorrido podrás ver las instalaciones del Balneario de La Perla, otro edificio que pervive del momento expansivo que vivió la ciudad a principios de siglo. Pasando el Palacio Miramar desde su privilegiada loma ajardina y siguiendo la circunferencia que nos marca la playa llegaremos hasta el Peine del Viento de  Chillida. La escultura de hierro incrustada en la roca se ha mostrado esquiva esta vez pues el paseo en el que se encuentra está en restauración. Desde aquí apreciamos una perspectiva diferente de la Isla de Santa Clara en mitad de la Bahía de la Concha y del Monte Urguill, lugar donde se sitúan los restos del Castillo de la Mota. Tomando el funicular, también de época, podemos subir al Parque de Atracciones del Monte Igeldo inaugurado en 1911. Y es que a la yet set también le pirran los "cacharritos". 

(Playa de La Concha, en primer plano el Balneario de La Perla)

   Para volver a la ciudad te recomiendo el autobús, y una vez de vuelta a la Alameda del Boulevard sumérgete en el frenesí de la Parte Vieja, porque este es otro parque que no te debes perder, el gastronómico. De todos es sabido que el País Vasco va unido a esa maravillosa costumbre culinaria de los pintxos, pues aquí, en Donostia, se convierte en arte y podrás disfrutar de calles y calles atestadas de gente en busca de un lugar para comer. Te recomiendo que no te conformes con un sitio y vayas picoteando de aquí para allá en un fantástico frenesí de glotonería que ya quisiera Enrique VIII. 

(Casco Viejo)

   Si os quedan fuerzas, y para bajar lo engullido, podéis visitar la Iglesia de San Vicente, la Plaza de la Constitución o la Iglesia de Santa María. Si eres de digestiones rápidas, veinte minutos de cómodo ascenso te llevan a la cima del Monte Urgull desde donde podrás disfrutar de una panorámica espléndida de la ciudad.

(Vía del ensanche o Centro)

   Va llegando el fin de nuestra visita y debemos tomar el tren. Las cómodas cuadrículas del ensanche "parisino" que se prepara para su semana de fiestas nos guían fácilmente hasta la estación ofreciéndonos una ultima mirada dorada de la ciudad... Peinada por los vientos... Soñada por los artistas... Vivida por la aristocracia... Amada por los turistas.


RECOMENDACIONES:

- Si quieres visitar San Sebastián te recomiendo la estancia en uno de los pueblos que la rodean, será mucho más económico y se accede fácilmente por tren. Es muy difícil encontrar aparcamiento y te aseguro que los dos euros y medio que vale el billete de cercanías es mucho menos de lo que te gastarías en un parking. Nosotros estuvimos en Orio, un excelente lugar para visitar el resto de la costa guipuzcoana a veinte minutos en tren de Donostia.
- Sitios para tapas: Gambara, Bar Martínez o A fuego negro.
- Hay visitas guiadas desde la Oficina de Turismo. Nosotros hicimos la de la tarde, perdimos dos horas alrededor de una chica aburridísima que explicó poco y anduvo mucho. No merece la pena.
- Preguntad en la Oficina de Turismo si el Peine del Viento esta accesible, durante nuestra visita permanecía cerrado.


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